Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 30 de diciembre de 2013

LOS DESEADOS CAMBIOS



         Siempre  que llegamos a fin de año, uno piensa en los cambios que siempre desea para sí. Es como si nos pusiésemos al filo de la voluntad, rodeando lo posible y anhelando que suceda.
         Lo mejor es conocerse a sí mismo y saber qué puntos débiles tenemos. Conocer lo mejorable y desear el progreso. Revisar cada rincón de la mente y cada habitáculo del corazón y explorar, una vez más y sin debilidades, aquello que por fin queremos modificar.
         Solemos perdonarnos a nosotros mismos en materia de cambio. Sobre todo si nuestras debilidades caen en vicios inocentes o inconfesables, da igual la magnitud del arraigo.
         Modificar la conducta siempre es costoso pero tiene un premio muy gratificante y es demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de llevar el timón de nuestra vida, por pequeña que sea la variación.
         Tengo la costumbre de hacer listados, en la Nochevieja, de aquello que aún siento como problemático, dificultoso o erróneo en mi forma de actuar. Casi siempre aparece la impulsividad encabezando aquello que debe progresar. Me ha traído muchos dolores de cabeza. Mi corazón siente y después piensa. Pronto descubro que lo ha hecho demasiado tarde y que ya estoy metida en las arenas movedizas sin desearlo.
 Tengo que darme tiempo. Contar de 1 a 10.000 porque de otro modo mis impulsos parecen un resorte siempre dispuesto a responder. Luego llega el arrepentimiento, las ganas de deshacer lo hecho y la obsesión por recomponer el caos que se forma en mi interior cuando compruebo que una vez más me ganó el instinto básico.
         Saber decir “no” a tiempo, tomar decisiones en las que debamos empeñar la voluntad, la fortaleza y la destreza emocional, proponernos metas posibles pero necesarias y optar por lo que nos mejora a la larga siempre es un reto inacabado que puede rellenar los listados de cada fin de año. Eso sí, siempre que estemos dispuestos a intentarlo, al menos con un primer paso; no olvidemos que se precisan solamente 21 días para comenzar a transformar un hábito y que si el día 1 damos ese paso en la salida de la carrera, solamente nos quedarán 20 por soportar con cierto sufrimiento.
         Dicen que el resto es sencillo. Habrá que probar.

2 comentarios:

  1. Me llega profunda tu reflexión, has tocado muchos puntos . Cierto que el año nuevo suele sorprenderme como el final, tropezando en los impulsos y los mecanismos repetidos de autodefensa, de reactividad, de oscuridad. Pero me ha encantado tu reflexión porque me recuerdas que 21 días no es nada para cambiar un hábito y tengo 365 días nuevos para superar solo 21..., va, eso es pan comido ¿verdad?.
    Te deseo lo mejor hoy y siempre a tí y a todos los ojiitos mágicos de este blog.
    Un beso

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  2. Xara queridísima! Un beso enorme lleno de polvo mágico de estrellas para que lo mejor nos suceda en el año que comienza! Y a todos nuestros lectores mis mejores deseos!*

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