Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 16 de agosto de 2013

EL MUNDO QUE NO EXISTE



         A veces vivimos en un mundo que no existe. Posiblemente sea más fácil construir uno para nosotros solos y allí intentar ser felices, pero es peligroso. Uno se cree que sus sueños son la realidad o que sus fantasmas son los monstruos que le acechan.
         Hay un mundo que está dentro y otro que vive fuera, independiente de nuestro pensamiento y nuestras actitudes, lleno de realidades unívocas que somos incapaces de ver. Hay días diferentes que nunca llegamos a pasar, momentos distintos que se enredan con los que creemos vivir y no podemos distinguir. Hay, sin duda, otros mundos paralelos en los que podemos entrar y salir sin renunciar al nuestro.
         Es una especie de juego que debemos poner en práctica. Ante las situaciones que no son favorables, podemos recrear otros modos de estar. Es difícil salirse del papel cuando somos protagonistas de la desgracia y en ella vamos, sin darnos cuenta, envolviéndonos y asfixiándonos.
Es sencillo sin embargo, vernos pronto en el fondo y allí advertir que no queda nada para sentirnos peor. En ese punto, el camino solamente lleva al ascenso. Una escalada rápida que precisa un cambio de actitud en el cual, en vez de encontrarnos perdidos y lejos de nosotros mismos, seamos capaces de creernos en otra posición, ser otros, perder el punto de vista negro que todo lo tiñe y pensarnos diferentes.
Vivir en mundos paralelos tiene un coste, no obstante. El precio de mezclar sueños y realidades, el contravalor de huir hacia delante tantas veces y la pena de perdernos entre la bruma cuando detrás, a la vuelta de la esquina, dos pasos más adelante…brilla de nuevo el sol.
Posiblemente cuando se empieza a apreciar  la necesidad de relativizar la mayoría de las cosas que nos parecen como desgracias, es cuando sucede algo de eso que uno no puede remediar y que nunca más volverá. Entonces, todo lo demás sobra y el resto también basta.
No me gusta vivir en un mundo que no existe porque aunque a veces me guardo en él, nunca me espera cuando vuelvo y continuamente tengo que inventarme uno nuevo que debo recolocar si quiero seguir adelante.
Cuando de verdad estamos perdidos nada mejor que preguntar a nuestro sabio niño interior, a nuestros guías, a nuestros seres celestiales, al universo, a nuestra voz del alma…y esperar la respuesta.
 Llega y llega seguro trayendo calma a nuestra angustia.

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