Siempre
nos sorprende Nasrudin con su filosofía breve pero de gran contenido. Hoy he
recopilado algunos de estos brillos de sabiduría para deleite de nuestra razón.
Espero
que os guste.
Una capa pesada
Una noche la gente oyó un ruido espantoso
que provenía de la casa de Nasrudin. A la mañana siguiente y apenas se
levantaron lo fueron a visitar y le preguntaron: “¿Qué fue todo ese ruido?”.
“Mi capa cayo al suelo”. Respondió Nasrudín.
Pero: “¿Una capa puede hacer tal ruido?” Le
cuestionaron:
“Por supuesto, sí usted está dentro de
ella, como yo lo estaba”
Sacarse el ojo dolorido
Basándose en los informes que le habían
dado a él, el Califa nombró a Nasrudin Consejero Mayor de la Corte y puesto que
su autoridad no le provenía de su propia competencia sino del patronazgo del
Califa, Nasrudin se convirtió en un peligro para todos cuantos acudían a
consultarle, como se evidenció en le siguiente caso:
“Nasrudin tú que eres un hombre de experiencia”,
le dijo un cortesano, “¿conoces algún remedio para el dolor de ojos? Te lo
pregunto porque a mi me duelen tremendamente”
“Permíteme que comparta contigo mi
experiencia”, le dijo Nasrudin. “En cierta ocasión tuve un dolor de muelas, y
no encontré alivio hasta que me las hice sacar.”
La Sopa de Pato
Cierto día, un campesino fue a visitar a
Nasrudin, atraído por la gran fama de éste y deseoso de ver de cerca al hombre
mas ilustre del país. Le llevó como regalo un magnífico pato. El Mula, muy
honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una
exquisita sopa preparada con el pato.
A la mañana siguiente, el campesino regresó
a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan
importante. Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la
ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudin. – Somos los hijos del
hombre que le regaló un pato – se presentaron. Fueron recibidos y agasajados
con sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes llamaron a
la puerta del Mula. – ¿Quiénes son ustedes? – Somos los vecinos del hombre que
le regaló un pato. El Mula empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin
embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió
hospitalidad al Mula. – Y ustedes ¿quiénes son? – Somos los vecinos de los
vecinos del hombre que le regaló un pato. Entonces el Mula hizo como si se
alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme
sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus
invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó: – Pero… ¿qué es
esto, noble señor? ¡Por Alá que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida! Mula
Nasrudin se limito a responder: – Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato
que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos
del hombre que me regaló el pato.
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