Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 13 de julio de 2017

SI TU CUERPO SE QUEJA…



Los lamentos de tu cuerpo siempre tienen el origen en tus emociones, en las expectativas no cumplidas, en el sufrimiento generado por no encajar tus sueños con la realidad, en tus rechazos y resistencias, en tu indignación y tu rabia.





El cuerpo se deteriora así, pero te avisa. Muchas veces estamos sordos a las señales del cuerpo. Te duele algo y lo vas dejando. Te molesta en un punto determinado pero no lo das importancia. La cabeza te estalla, el estómago no resiste, el corazón se encoge…y vas tirando.


Es como si no quisiéramos hacer caso para no tener que reconocer que algo va mal. Para no tener que detenernos a escuchar y después actuar. Y aguantamos tanto que en un punto determinado la intensidad del malestar se acentúa y te hace parar. Te detiene y quieras o no, tienes que mirar dentro y atender su llamada. Pero en muchas ocasiones es tarde, o lo suficientemente retrasado como para que la solución sea más complicada.


El organismo necesita un equilibrio. Una estabilidad cuerpo-mente que impida que el cuerpo somatice las batallas de la cabeza y que se serene con el sosiego del corazón.


La vida es sencilla. La complicamos nosotros. La enredamos saliéndonos del momento presente y depositando nuestra atención en un pasado que no está más o en el futuro que no sabemos si llegará. 


Deberíamos poner en práctica el pensamiento budista que dice:


“…No te aferres a nada ni a nadie, no limites tu destino, solo suelta, deja ir, deja ser…verás que cuando nada es seguro, todo es posible.
Qué llegue quien tenga que llegar, que se vaya quien tenga que ir, que duela lo que tenga que doler…que pase lo que tenga que pasar.”


No es dejadez. No es desinterés. No es desidia.

Simplemente se trata de fluir con el devenir de la vida sin querer dirigirla a nuestro antojo desde el ego limitado y pequeño que todo lo confunde.

Comencemos a ponerlo en práctica.

Nuestro cuerpo nos lo agradecerá y nos lo hará saber.

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