DOMINGO ANTERIOR
.-No lo tengo. Debió caerse allí.- Asustado y nervioso trató de
girarse para volver a aquel lugar. Sin
embargo no logró dar apenas unos pocos
pasos cuando se paró rígido como si sus pies se hubiesen clavado en el suelo.
.-No puedo hacerlo. No puedo volver.- Temblaba a la vez que su
frente se llenaba de un sudor amargo y pegajoso que conmovió a Swa.
.-No te preocupes. Iré y yo. Quédate en el coche.-Había llegado
muy cerca de donde tenían aparcado el vehículo.
Owen asintió como un niño lleno de miedo deseoso de recuperar
aquel objeto que contenía la clave de sus desvelos.
.- No puedo perderlo. No puedo. Encuéntralo por lo que más
quieras. Me matarán si descubren que ya no puedo acceder sin el código ásci.
.- Owen no entiendo.
.- Vete, vete rápidamente. No hay tiempo que perder. Nunca podré
agradecértelo bastante.- Y diciendo esto entró en el coche y dejó caer su
cabeza sobre el volante en señal de derrota.
Escuchó como los tacones de Swa repiqueteaban aceleradamente el
pavimento que comenzaba a estar mojado con la densa niebla que parecía
empeorarlo todo.
¿Lo recuperaría? ¿Y si no lograba encontrarlo?(…)
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Domingo 03_01_2016
El avión de Steve acababa de tomar tierra. Los pasajeros esperaron
la despresurización del aparato para poder bajar de él. Pendiente de los
movimientos de Valeria se dio cuenta de que no había cambiado tanto.
Seguía impresionándose ante cualquier mujer bella. Continuaba
siendo un seductor impredecible. Algo llamaba su atención ante cualquier mujer;
algo que le llevaba a buscar el más insignificante detalle para descubrir el
mínimo rasgo por el cual sentirse atraído.
El movimiento del cabello, la forma de sonreír, esa peculiar mirada
que era más imaginada que real, el simple tono de la voz o el mismo nombre de
cada una, la particularizaba y elevaba a posible candidata para sus ansias de
seducción.
Se sentía mal por ello. Apenas habían pasado unas horas de aquella
intención tan convincente de volver a encontrar a la madre de su hijo y
reintentar la convivencia con ella y se encontraba deseando conocer a aquella mujer
que permanecía de pie a escasos pasos de él.
No sabía por qué le pasaba aquello. Solamente seguía sus impulsos,
como había hecho siempre. Sin embargo, era la primera vez que se conformaría
con la decisión del destino. No estaba dispuesto a estropear su vida como había
sucedido una y otra vez. Posiblemente, Valeria no debía formar parte de su
historia. Por primera vez, no volvería a llamar su atención o eso creía en aquel instante.
Bajaron despacio por la escalerilla de embarque.
Steven, sin decir
nada, se mantuvo a una distancia prudencial de aquella mujer rubia. La vio
mirar hacia atrás en varias ocasiones. Él se ocultaba entre la gente. De nuevo,
se percató de que lo que le llevaba a no dejarse ver era el deseo de ser
descubierto por ella.
Seguro que me ve; estoy seguro.-pensó un tanto avergonzado de
aquella especie de juego consigo mismo que le situaba en la misma dimensión en la que
siempre se movía.
Era un seductor incorregible.
Una pieza importante, en cualquier tablero, que ganaba siempre. Un convencido
de su encanto a primera vista. Un caballero cuidadoso en extremo de sus palabras
y sus modales cuando un nuevo objetivo rondaba su interés.
Subieron al autobús que les acercaría al aeropuerto y sus salas de
espera.
Valeria, extrañada de que el hombre que había intentado seducirla en
aquel breve intervalo de tiempo no apareciese por ningún lado se acercó a
conductor del vehículo para preguntar si alguien había quedado sin subir a él. Éste no le supo indicar por lo cual se volvió a su asiento desilusionada.
Miraba a través de la ventanilla sin poder explicarse qué habría
sido de aquel hombre. Le había gustado. No era excesivamente guapo. Ni siquiera
podría decir que lo era. Sin embargo, había algo en su forma de mirar y en
aquella sugerente voz que le había impresionado. Le hubiese gustado volver a
encontrarse con él. Por otra parte, no podía estar muy lejos. De pronto, alguien
posó su mano sobre su hombro.
Steve era tan hábil en el juego de la seducción que había logrado
generar en ella la necesidad de volver a verle. Parte del camino estaba recorrido.
Era sencillo conseguir su atención a partir de ahora. Había logrado que ella le
buscase. Que sintiese el deseo de volver a oír aquellas palabras llenas de
halagos que le habían encantado.
.-¡Valeria!, la estaba buscando. Hay mucha gente aquí. ¿Dónde se
había metido?.- La mujer de ojos claros sintió un inmenso alivio. Estaba allí.
.- ¡Qué alegría!, tampoco yo pude encontrarle.
.- ¿Me permitirá acompañarla a su destino?, aunque tal vez sea
mejor idea descansar un rato frente a un café.
.-¡ Oh sí!, gracias. Es una excelente idea.
Steve volvía a ser él.
Casi había olvidado el motivo que le había llevado a realizar aquel viaje.
Tanto le gustaba tener frente a él una nueva posibilidad de vencer la
resistencia ante una mujer que se sentía, otra vez, un depredador acosando a su
pieza.
Sonó su móvil. No era la llamada que esperaba. No conocía el
número. Dudó en cogerlo. Aquella línea no la conocía nadie salvo Owen. (…)
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