Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 9 de julio de 2015

ENCALLADO EN LA ARENA



¿Te has sentido alguna vez encallado en la arena?. Inmóvil, sin disponibilidad de acción, con el corazón en sequía y con la una absoluta necesidad de mojar los labios para calmar la sed.


         Posiblemente salir de ahí no sea tan difícil. Tal vez, la mejor forma de comenzar a salir de esas arenas movedizas sea dejar que la marea remueva las partículas diminutas  y libere nuestras piernas de su presión.


         Necesitamos pleamares que sacudan nuestros alrededores. Aluviones de buenos augurios que pongan sonrisas en nuestra boca, destellos de luces brillantes que nos permitan creer todavía en un tiempo mejor.


         La vida consiste en eso. En etapas, en ciclos, en idas y venidas, en subidas y bajadas. Consiste en reír hoy y llorar mañana. En beberte de golpe las emociones o en vomitar de inmediato los malos tragos.


         En todo ese proceso, mientras pasamos por la existencia la vamos perdiendo. Minuto a minutos, segundo a segundo. 

Crecer es aprender a despedirse, como dice Risto. Y es que hay que crecer mucho para que las despedidas no duelan más de lo necesario. Para que no se encallen en el corazón y se hagan más profundas. Porque en realidad, hay ocasiones en que uno nunca se logra despedir del todo porque no es posible. Y lo que debería ser pasado sigue presente en el alma por siempre.


La propia vida se encarga de enseñarnos a vivir sin lo que amamos pero curiosamente ello nos acompaña a cada paso.
A veces nos encontramos en la arena, anclados bajo el sol, esperando que el oasis que divisamos se convierta en realidad.


Lo mejor y lo peor de los deseos es que a veces se cumplen. Por eso no podeos dejar de desear; en algunos momentos es lo único que nos queda.

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