Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 7 de septiembre de 2014

LA PAZ EMPIEZA CONMIGO



“Te advierto, quien quieras que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.

Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los Dioses."

ORACULO DE DELFOS


         No puede ser de otra manera. Todo empieza y termina en nosotros y en ninguna otra persona más.
Solemos descargar responsabilidades en las circunstancias, en la suerte, buena o mala, en aquellos que no nos entienden, en los que se empeñan en ponernos zancadillas, en los otros a los que les caemos mal, al tiempo, a la falta de bondad de los demás…a todo menos a nuestra parte de culpa en la falta de fe en uno mismo.
Cuando existe un problema, todos los implicados tienen una parte de la solución y la tienen, porque está en ellos mismos la parcela de piso firme que se ha de pisar para seguir caminando.
Es más sencillo creernos libres en lo que nos sucede. Descargamos el miedo siempre en otros y nos liberamos de las consecuencias cuando no las relacionamos con nuestra persona.
Todo nace y muere en nuestro interior. Todo lo que nos suceda pasa por lo grande de nuestro miedo. El éxito final está directamente relacionado con él.
Lo contrario del amor no es el odio, sino el miedo por lo tanto, absolutamente todo toma su peculiar posición entre el miedo y el amor.
Actuamos en el pulso de resolver esta dicotomía. Todo lo que nos sucede nos provoca una atracción o un rechazo. En cualquier circunstancia nos inclinamos hacia ella con afecto, compasión y estímulo o con el temor de no poder superarla, de vernos restringidos en las respuestas que se precisan de nosotros o en temer que el resultado concluyente no sea favorable.
La paz se construye con amor hacia uno mismo, en primer lugar. La serenidad se trabaja en la aceptación activa, no con en el sometimiento y la resignación negativa.
No podemos esperar estar bien sin antes construir una actitud emocional de libre suceso. Es decir, reconocer que cada uno tenemos nuestro propio plan de vida definido desde que llegamos aquí, que lo que deba pasar pasará con y sin  nosotros y que es absurdo tratar de cambiar el rumbo de los acontecimientos porque tienen un sentido final que entenderemos si nos desprendemos de las cadenas que impone quererlo todo a cualquier precio.
No se puede tener todo. Hemos venido a experimentar también las carencias, los vacíos y los fracasos, pero sobre todo a demostrarnos a nosotros mismos como los encajamos.
Ahí estamos. Entre el querer, el poder y el creer conseguir.
 Estamos exactamente en el punto que nos hayamos concedido como merecedores de todo lo bueno que esté por llegar.

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