Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 14 de enero de 2016

LA RANA QUE QUERÍA SER AUTÉNTICA



              Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad.

        Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

            Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era Rana auténtica.

           Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

           Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían qué buena Rana, que parecía Pollo.
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¡Ser auténticos!...uno empieza su vida con estas ganas. Empieza siendo transparente. Dándose a los demás sin pensar lo que los otros puedan hacer con los pedazos de corazón que se van dejando.
Posiblemente más tarde nos ponemos un caparazón porque comenzamos a entender que ni todos son como pensamos, ni todos piensan como nosotros.
Por último, cuando uno logra entender que dar gusto a los demás solo sirve para perderse a uno mismo, volvemos al caminar hacia la autenticidad.
 Cada vez nos importa menos lo que opinen los que nos observan. Cada vez, hacemos menos caso de convencionalismos y críticas. Cada vez actuamos más desde y con el corazón porque acabamos comprendiendo que no hay otro camino que el que nos lleva hacia lo mejor de nosotros mismos. Y ese está muy bien definido. Elegir siempre lo que nos haga sentir bien.
Coherentes con nosotros mismos. Centrados en lo que está de acuerdo con nuestras convicciones.
Que el espejo y tú seáis lo mismo.


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