Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 5 de mayo de 2013

DOMINGOS LITARERARIOS



EL DÍA DE TODOS 
         No hay festividad que me parezca que nos pertenece más a la totalidad de las personas, al mismo tiempo. El día de la madre es un día en cuyo seno cabemos absolutamente a todos.
         Si somos madres, la celebración tiene un significado que cala hasta lo más profundo. Si no lo somos, independientemente de nuestro sexo, al menos todos hemos tenido una y sabemos cómo, hasta dónde y hasta cuándo perdura  la ternura con la que nos enseñaron a amar.
         No hay amor más incondicional, ni más siervo, ni más amo. No hay cariño tan duradero, ni que perdure a través del  tiempo, del espacio y hasta de la barrera más definitiva de todas: la muerte. Ni siquiera ella puede anular lo que hemos querido y queremos a nuestra madre, ni aminorarlo, ni desvirtuarlo.
         Es el único amor que nos deja plenos por siempre, el refugio al que siempre y de la forma que sea, podemos volver. El que nos sirve de tierno abrazo de llegada y de mochila de cariño en la despedida. Remanso de paz y quietud. Un siempre cerrar de ojos para reencontrarnos con ella en lo más profundo del corazón. Un hola sin adiós. Un beso sin retorno. La plena conciencia de la aceptación sin límites. El privilegio que supera el lujo de poder volver siempre al hogar perpetuo en ningún lado y en todos al mismo tiempo. Porque Ella es el hogar, esté donde esté.
         Éste es el único homenaje que celebro intensamente, el único que me invade por completo, porque si hay algo divino en la tierra, son las madres. Todas y cada una.
         Estoy segura que no hay mujeres más perfectas. Nadie más sincera, ninguna tan paciente. Y si en algo fallan alguna vez…es en amar demasiado y permitir, aceptar y arropar hasta lo inaceptable.
         Del sufrimiento, el silencio y la resignación lo han tomado todo. Y si de trabajo, entrega y dedicación se trata, también han sido las primeras.
         Estoy convencida que antes de nacer hemos elegido a nuestras madres porque no es posible, de otro modo, que las amemos tanto y por siempre.
         Son la primera palabra que asoma a nuestros labios y la última que se va de ellos.
         A todas. A cada una. A los que somos hijos. A las que somos madres. ¡!  FELICIDADES ¡!!

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