Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 29 de septiembre de 2013

EL ANSIADO PERDÓN



Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías.
Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello,
pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.
El perdón es una expresión de amor.
El perdón libera de ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo.
Muchos de nuestros intentos de perdón fracasan pues confundimos esencialmente lo que es perdonar y nos resistimos ante la posibilidad de empequeñecer los eventos ocurridos u olvidarlos.
El perdón no es olvido, no es olvidar lo que nos ocurrió.
No significa excusar o justificar un determinado evento o mal comportamiento.
No es aceptar lo ocurrido con resignación.
No es negar el dolor.
No es minimizar los eventos ocurridos.
No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes.
Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.
Creemos erradamente que el perdón debe de conducirnos inexorablemente a la reconciliación con el agresor.
Pensamos que perdonar es hacernos íntimos amigos de nuestro agresor y por tal motivo lo rechazamos.
No implica eso para nada, el perdón es UNICAMENTE PARA TI y para nadie más.
No hay que esperar que la persona que nos agredió cambie o modifique su conducta pues lo más probables es que ésta persona no cambie y es más, a veces se ponen hasta peor.
El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó.
La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento.
Te tiene encadenado.

El perdón se debe de realizar "sin expectativas" sin esperar que nada suceda.
Si esperamos que el agresor acepte su error, estaremos esperando en vano y gastando nuestro tiempo y nuestras energías en una disculpa que jamás llegará.
Si estamos esperando esta reacción, luego de haber perdonado, pues realmente no perdonamos de corazón pues seguimos esperando una retribución, un resarcimiento.
Seguimos anclados en el problema, en el ayer, queriendo que nos paguen por nuestro dolor.
Entonces no hemos perdonado, y quien tiene el control de nuestra vida es el EGO.
EGO que quiere a toda costa castigar o cobrar al agresor.
No existe nada ni nadie que pueda resarcir el dolor ocasionado en el pasado, el pasado no tiene cómo ser cambiado.
Ningún tipo de venganza o retribución podrá subsanar los momentos de tristeza y desolación que vivimos, lo mal que nos sentimos.
Al esperar una disculpa, que se acepte el error; nada de eso cambiarán los hechos, lo ocurrido en el pasado, sólo estaremos queriendo alimentar nuestro ego, nuestra sed de justicia mal enfocada.
La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.
El perdón es una declaración que podemos y debemos renovar a diario.
Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.
Perdonando desde nuestro corazón, logramos mirar los hechos tal y como sucedieron y luego decidimos dejarlos ir, dejarlos en el ayer.
Aceptamos que somos APRENDICES!
Que la lección ya se encuentra aprendida y que hemos logrado vencer las circunstancias negativas que nos tocaron vivir.

Perdona para que puedas ser perdonado.
Recuerda que con la vara que mides, serás medido...

PAULO COEHLO


DOMINGOS LITERARIOS



AMAR EN LA TORMENTA
Mientras llueve repaso tu imagen,
Trémula sombra del gozo que inventamos,
Repleta de besos que me imploran,
Rebosante de caricias que añoramos,
y estás conmigo…
Bajo el trueno y el rayo
 que fulminan la confianza,
En medio del frío y la escarcha
 cuando parece que no vuelvo,
entre las ganas y el deseo,
mientras duermo y no sueño.
Y estás aquí, en la batalla y el duelo
Siguiendo mi rastro colgado
del amor que te tengo.
Y te siento conmigo dentro,
Siempre y en cualquier momento,
Aquí y allí, cerca y lejos,
Me siento gata en los tejados
Buscándote perdida sin aliento,
Cuando la culpa me devora
Y fulmina mi pensamiento.
Y lloro ante tus ojos
Para demostrarte lo que siento
Cuando  pierdo todo de ti
Cada vez que te miento.
Y siento la mentira vacía
Sin razón ni fundamento,
Sin tener de ella
ni un solo contento,
Y me siento estúpida
 en mis adentros
Y sin saber… rezo,
Una oración al amplio cielo
Para volver a brindar contigo
Con champagne francés
Sin ropa y  en nuestro fuego.
Y mirarte a los ojos
Y beberme de golpe
Todos tus besos…

sábado, 28 de septiembre de 2013

LA VIEJA COSTUMBRE DE GUARDAR

Hay un refrán que reza…” quién guarda, halla”…pero a veces lo que se halla no es lo que deberíamos haber guardado. Tenemos la vieja costumbre de amontonar cosas que no sirven ya. Que estamos seguros de no volver a poner, de no tener necesidad de ellas porque hace mucho tiempo que no las utilizamos y porque su momento de uso, pasó. Sin embargo, nos empeñamos en dejarlas quietas, ahí en su rincón tal vez por si algún día llueve, por si hace frío, por si vienen mal dadas, por si no tenemos nada mas o simplemente por dejación y abandono.
         Cuando uno limpia los armarios se siente liberado. Es como si una losa hubiese dejado de aplastar nuestras espaldas y con la satisfacción de comenzar de cero, poder sacar la basura al contenedor.
         No podemos llenarnos de algo plenamente si hay aún un hueco, aunque sea visual, para aquello que espera ser tirado y nunca se tira. Es una especie de absurdo juego mental que te atrapa sin sentido.
         Los cajones deben estar limpios esperando llenarse de nuevo. Las estanterías colocadas en su sitio para colocar flores y fotografías con imágenes del presente y sobre todo, todos los espacios del corazón rebosantes de alegría esperando la tranquilidad de romper las cadenas con un pasado que no existe, ni volverá a existir jamás.
         Acumular no sirve de nada porque entre lo que se amontona hay viejos trajes que no encajan en nuestro cuerpo, faldas antiguas con vuelos sin gracia, chaquetas oscuras con botones negros, jerséis descoloridos y apretados que no podemos poner y un sinfín de pañuelos sin uso que jamás volverán a lucir en nuestro cuello.
         Si no eliminamos lo que sobra en nuestra vida, no podremos abrazar lo que esta nos regala de nuevo. No cabe del todo.
         No hace falta valentía porque la misión es mínima, solamente hace falta decisión para romper el fino hilo que nos mantiene ligados a una quimera, aun desamor, a un imposible o a un absurdo.
         Después de todo, ¿para qué se necesita lo que no calienta, no da luz y no cobija? ¿Para qué  lo que ya no está y ya no es?.
Respiremos profundo para tomar el aire nuevo de un nuevo tiempo y comencemos de cero, otra vez, una y mil veces más.

viernes, 27 de septiembre de 2013

CUANDO LA VIDA PESA



         Vivir es bellísimo, pero no siempre. Ahí está el encanto, en el contraste y en esos momentos en los que no sabes qué hacer ni ganas tienes de averiguarlo.
         Hay horas, días, semanas y meses en los que parece que la vida te olvida y eres tú el que sin ánimo de seguir sus pasos tienes que ir tras de ella.
         Hoy ha amanecido gris en el cielo y de un tono semejante se ha pintado mi alma. Se trata de esas sensaciones de que algo no va bien o incluso de esas intuiciones que suelen anunciarte que algo va a pasar. ES como si uno de repente se quedase helado bajo el sol, temiendo siempre que le arrastre una tormenta demoledora o incluso que el simple viento levante nuestro vuelo lejos de lo nuestro.
         Son sensaciones absurdas que llevan la ilusión a otra parte y nos dejan sin palabras. No sabes que paso dar para estar en el sitio de antes, ni si hay camino que iniciar o senda que terminar. Es como si algo te impidiese ver más allá y de repente una espesa niebla dejase borrosa la visión por un tiempo. Una mala sensación que no se pasa con un trocito de chocolate.
         Recuperar la emoción en momentos de vacío no es fácil. No lo es porque todos nuestros recursos se ponen al servicio de la tristeza y cuanto más queremos salir de ella, más se empeña en acompañarnos. Tal vez sea mejor invitarla a un café y charlar con ella. Posiblemente nos diga cuánto tiempo decide quedarse y si en el medio de sus vacaciones con nosotros, piensa ser aún más intensa. Si va a traer algún amigo y si por fin, cuando marche nos dejará flores en el jarrón de nuestro salón para que no olvidemos su paso por allí.
         Tal vez, cuando la tengamos de frente y nos topemos con su oscura mirada podamos sacar del cofre de nuestro pasado, las horas exquisitas que vivimos, el dulce olor de la ilusión que gozamos y ese pedazo de entusiasmo con el que pusimos tanta pasión en lo que comenzamos.
         Estoy segura que todo ello nos dará la luz necesaria para volver a desear ser felices, de algún modo, y sobre todo, para no perder ni un minuto en ponernos manos a la obra y comenzar a construir de nuevo, trocitos de locura que como nubes de algodón dulce nos dejen el mejor sabor en nuestro paladar.

jueves, 26 de septiembre de 2013

EL ENCUENTRO, SIEMPRE UN MISTERIO...


Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad Jorge Luis Borges

Nuestra vida se encuentra repleta de encuentros con los demás, ya sea con un familiar, un amigo, nuestra pareja o incluso un desconocido. Andamos continuamente encontrándonos con los otros, interaccionando con ellos, sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la naturaleza y riqueza de estos contactos. Ya sea un pequeño instante, como largas horas conversando, cada uno de estos encuentros, lleva consigo mucha riqueza y crecimiento si nos detenemos  a observarlos.

El encuentro entre dos personas, ya sea a través de la amistad, el amor o cualquier otro motivo, es algo complejo.
Cada persona es un mundo, un misterio, con sus experiencias pasadas, sus características personales y sus miedos. Las relaciones con los demás por lo tanto son un misterio, un enigma.

Cuando dos personas se encuentran, es como si se creara un nuevo mundo a partir de ellas, con tan solo reunirse, una nueva existencia aparece, y es a través de este fenómeno cuando ambas personas comienzan a cambiar y transformarse, fruto de la relación que ha comenzado entre ellas. Así lo señalaba el famoso psiquiatra suizo
Carl G. Jung,  “El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”. Y aunque en el comienzo tan solo se reúnan las periferias o superficies de éstas, si se gana intimidad o se vuelve más cercana, poco a poco pueden llegar a unirse sus centros o profundidades. Es decir, ya no son una persona y otra, desde el momento en el que se relacionan se forma como un compedio de todas sus interacciones, la esencia de la relación en sí misma.
 
Cada persona responsable de un encuentro colabora con una palabra, una frase, un gesto o su silencio. Lo importarte es que nunca dejamos de comunicarnos, porque aun cuando no lo pretendemos y callamos, ya estamos enviando un mensaje al otro con nuestro silencio. Y sin embargo, muchas veces pasa desapercibida la riqueza de todo esto. Ya sea un encuentro agradable como uno desagradable, todo lo que sucede nos influye, permitiéndonos crecer de una u otra manera. Lo importante es que nos demos cuenta, que vivamos la interacción, y saquemos el jugo que ésta nos ofrece para avanzar en nuestro aprendizaje.

No es solo preocuparnos qué hay de bueno o malo en el otro, sino de ver cómo nos afecta, y qué podemos extraer de todo ello hacia nosotros. Sumergirnos en ese encuentro, y aprovecharlo para ir creciendo, dándonos cuenta de dónde erramos, cómo acertamos, que enseñamos o nos enseñan, siendo capaces de apreciar la belleza de la interacción, la capacidad de compartir.

Lo importante no es trabajar solo con nuestra experiencia, sino enriquecernos con la que nos enseñan, y
aprovechar el momento para disfrutar de esa vivencia, positiva o negativa, pero que si somos conscientes jamás nos dejará indiferente porque aprenderemos de ella.

“Las personas se encuentran cuando necesitan encontrarsePaulo Coelho

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