Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 17 de abril de 2014

LAS CUATRO ESTACIONES

Había un hombre que tenía cuatro hijos. El buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces el envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia.

El primer hijo fue en el Invierno, el segundo en Primavera, el tercero en Verano y el hijo más joven en el Otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado, el los llamó y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo menciono que el árbol era horrible, doblado y retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.
El tercer hijo no estuvo de acuerdo, el dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto.
El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.
El les dijo a todos, que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, por solo ver una de sus temporadas; que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor, que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.
Si te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.


No dejes que el dolor de alguna estación destruya la dicha del resto.
No juzgues la vida por una solo una estación difícil.
Persevera a través de las dificultades y malas rachas… mejores tiempos seguramente vienen por delante.

http://www.pilarsocorro.com/textos/Textos_04/Cuatro%20Estaciones.htm



martes, 15 de abril de 2014

ARROZ CON LECHE



         Acabo de venir de un funeral. L o mejor que he aprendido esta tarde es a valorar lo que puede significar, en la vida de una persona, o en su cercano final, un simple detalle hecho con amor.
Al final comprendes, que todo se reduce a eso, a detalles. Uno tras otro marcando el límite y la diferencia entre lo que nos hace felices o no.
Cuando llega el momento de irnos, lo único que puede quedar como testigo es el recuerdo de nuestra sonrisa, nuestras palabras de afecto, las miradas abiertas, las manos extendidas hacia la ayuda de los demás y ese color verde inundando la retina cuando las cosas han ido mal.
Lo que se va no es más, sin embargo, lo que permanece es la cadencia de nuestro paso entre los demás, cómo hayamos apreciado la vida y ese infinito darse sin regateos que tan peculiares hace a algunas personas.
El hombre que hoy despedimos era así. Alegre, optimista y versátil; positivo y práctico, de esos de los del… “vive y deja vivir”… que deberían estar más extendidos por el mundo.
Su mujer es  alumna mía y también la persona que le hizo el plato de arroz con leche que fue su única ilusión en los últimos días. No comía apenas, pero aquel arroz le devolvió el gusto por la vida concentrado en un instante, le permitió despedirse de ella y sus placeres, le puso en contacto con la esperanza de una mejoría momentánea que encendió la luz en su corazón, una vez más.
Esta tarde, ese plato de arroz con leche era tan agradecido por sus familiares que verdaderamente uno piensa si lo sencillo de la vida es lo que al final permanece siempre, lo que nos conecta con nuestro centro, lo que equilibra y restablece. En este caso, algo tan simple, fue lo mejor de su final.
Me gustaría tener a alguien cuya mano experta y corazón solícito pudiese ofrecerme, también, ese último postre cuando me vaya a despedir.
Todo un lujo, sin duda.

lunes, 14 de abril de 2014

VOLÉ, VOLÉ, VOLÉ...VOLABA...



“Si no existieses habría que inventarte”, esta frase tan conocida se la aplico hoy a la música.  Tengo tanto que agradecer a melodías, sintonías, tonadas y canciones que sería capaz de escribir mi biografía solo con ellas.
         He aprendido a diluir mi dolor en ella, a recrear el amor que sentí, a evocar situaciones, a liberar adrenalina, a llorar a raudales, a esperar en consultas, a recorrer viajes, a estar siempre acompañada, a sentirme comprendida y cobijada. He tarareado, cantado y silbado. La he soñado y sentido, la he aborrecido y deseado. Pero siempre le he sido fiel, como ella a mí.
         Muchas veces creo que ha sido el aderezo en el amor, los suspiros en el dolor y la ilusión en la esperanza. Que ha servido de puente entre lo deseado y lo posible, y que sin duda sigue ayudándome a entender y a entenderme.
         Os dejo con esta canción para que nos permita volar... por un rato.

VOLE CONTIGO
Volé, volé contigo, amor, volé, volaba.
Volé, volé contigo, amor, volé, volaba.
Volé, volé, volé contigo, amor, volé, volaba
Volé, volaba

El cielo, en flor azul y niño, se admiraba
De un vuelo tan en flor que no se oía

El cielo, en flor azul y niño, se admiraba
De un vuelo tan en flor que no se oía

Volé, volé contigo….
De tu vuelo mi vuelo dependía
Con tu aire mi aire se aireaba

De tu vuelo mi vuelo dependía
Y a mi ala la tuya enamoraba.

Volé, volé contigo…
Como, como un niño en tu cuna, me mecía.
Y el ventalle de cedros aire daba

Como un niño en tu cuna, me mecía.
Y el ventalle de cedros aire daba

Volé, volé contigo… 

‪#‎AntonioGala
Fundación Antonio Gala
Escuchar canción: http://www.youtube.com/watch?v=jDr4DXYCFT0

domingo, 13 de abril de 2014

SEMANA SANTA



         Estamos en una época del año en la que los sentimientos, acuñados en la pasión de los creyentes cristianos, ondean al viento. Se expresa el dolor, se bebe el sudor, se empuja con ardor y denuedo.
Se siente que las penas de cada cual se mascan en el silencio que genera la Semana Santa, al ritmo de cada paso abatido sobre un asfalto que se transforma en alfombra religiosa al compás de una saeta.
No me gusta esta época y sin embargo, aprecio el olor a incienso, las flores blancas y rojas que acompañan a las imágenes dolientes, el movimiento de las estatuas a la luz de los cirios que convierten la escena en alondras señeras que gritan la fe de los que esperan.
Es extraño y al mismo tiempo gozoso ver que, de alguna manera, la gente es capaz de manifestar, entre la muchedumbre, lo que le duele por dentro, sin palabras, con los ojos puestos en la mirada vítrea de los cristos y los santos que reparten esperanza en el viento, a su paso desde su corazón de madera o escayola.
No importa en lo que se crea, lo importante es creer. Creer en algo, en alguien, en alguna ilusión, en los anhelos del corazón, en que es posible lo que intuimos imposible,  en que los milagros existen cuando creemos en ellos y , sobre todo, en que por mucho que nos empeñemos en salvar la razón, la necesidad se impone para no volvernos locos en la soledad del dolor profundo.

No sé si todo se reduce a espectáculo. Si en realidad, estas procesiones que serpentean la ciudad no son más que un castigo para los que no creen en semejante expresión del fervor o si por el contrario, hay personas que viven cada instante de esta película como parte de su propia salvación en un aquí y un ahora que tardará un año en repetirse.
En cualquier caso, resulta curioso, al menos, que sea el sentimiento y al pasión religiosa un protagonista colectivo, que ligado al espectáculo, se sacralice cambiando el olor del aire de la calle en estos días.

DOMINGOS LITERARIOS



 EL DESTINO DE TU ÁNGEL

Cuándo tendré por fin
el ansia de ti, dormida
Cuándo, la libertad serena
Y el cupo de amor, con brida.
Cuándo sosegaré mi mar
en tu piel de arena removida
Y sanaré la dulce pena
de no tenerte siempre,
de no estar en ti,
al terminar el día.
Cuándo estarán mis manos
Sobre el azul de tu guarida
Dónde llevaré mi boca
de pasión y lujuria perdida.
Cuándo se escapará de mí
Tu ansiedad cumplida.
Cómo me soltaré de tu mirada
Cuando tú ya no me miras;
al despedirme cuando marchas
y quedarme a solas, con mi vida.

Cuándo colocaré sobre mi almohada
El hueco de tu cabeza dormida
Cuándo dejaré de rezarte
Como a mi única reliquia…

Será cuando deje para mañana
el morir contigo todavía
Sin vivir en mi lejana
Desde que conozco tu sonrisa.