Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 9 de octubre de 2013

SUFRIR EN SILENCIO



Muchas veces he pensado que me gustaría saber, al cruzarnos con la gente, cuánto sufre cada uno y por qué. Nunca se sabe lo que uno puede estar atravesando. Nos cruzamos, incluso hablamos y nos relacionamos sufriendo en silencio. Esa es la razón por la que, al menos yo, siempre he sido compasiva con los demás.
No importa lo fuerte que parezca una persona. Muchas veces, la fortaleza exige un tributo importante: la resistencia.
Las personas que siempre soportan todo estoicamente, aquellos que nunca se tambalean, los que no se quejan y siguen sin caer…esos son los que sufren, en ocasiones, con más ahínco porque entre otras cosas tienen la obligación, ante los demás, de soportar lo que les echen.
Los débiles suelen tirar la toalla muy pronto porque cualquier dificultad les tumba. Hay que aprender a tener resistencia a la frustración. Es necesario, caer muchas veces para aprender a levantarnos con rapidez. Pero sobre todo es urgente saber cómo al tirar la toalla hay que agacharse rápido para que no toque el suelo.
Todos tenemos necesidad de un apoyo, de vez en cuando. De una mano que apriete fuerte la tuya y le diga que todo irá bien.
Hay que confiar en nosotros, en nuestro proyecto en la vida y si no sabemos cuál es, dejar que te busque y abrazarlo con toda el alma.
Las dificultades llegan solas, sin llamarlas. No hay que buscarlas, pero tampoco evadirlas porque son necias y te persiguen hasta encontrarte. Todo lo que necesitamos está dentro. La dificultad está en la conexión. Estar desconexionado de tu ser superior siempre tiene consecuencias.
Saber que todos tenemos aspectos que podemos mejorar es comenzar a conducirnos con lucidez.
 Nuestra alma es nuestra verdad más elevada. Es un ser perfecto al cual podemos llamar en cualquier momento y en cualquier lugar.
El simple hecho de estar consciente de esto nos puede conectar al Universo Perfecto del que poder tomar la fuerza necesaria para retomar el equilibrio, porque estando en él no hay sufrimiento posible.
Todo está bien. Todo lo estará.

martes, 8 de octubre de 2013

¿ FRESA ó MENTA?



Hoy he concluido dónde, en qué parte de la vida está su secreto. Indudablemente en la infancia.
         Venían, delante de mí, cuatro muchachos cercanos a la  pubertad. Con las camisetas de sus equipo de fútbol favoritos, sus bicicletas y sus cánticos. A lo sumo faltaba en su alegría un componente que seguramente existiría ya. Un nombre en un pupitre. Y en eso consiste su felicidad. La felicidad. En vivir otro tiempo dentro de éste, una dimensión inventada que se hace real cuando la ponen en marcha. Un momento continuo en el que no caben desgracias, en el cual, el juego, la música o la comunicación lo es todo, a pesar de todo.
         Esa actitud, que perdemos muy pronto cuando el jarro de la vida cae por primera vez al suelo y se nos clava un pedazo, es la que deberíamos mantener siempre. Entonces, las desgracias serían recolocadas, los problemas pospuestos, las angustias eliminadas y los sinsabores endulzados con sabor a gominola pasada de bolso en bolso.
Uno va perdiendo la capacidad de soñar. El hábito de fantasear y recrearnos en las fantasías, el inmenso valor de sobreponernos a las críticas, las riñas y los castigos que marcan la vida de los niños sin hacer mella en ellos. Porque incluso aquellos que no tienen una vida cómoda; los que tienen que soportar infames condiciones para tener lo mínimo y aquellos que incluso sufren vejaciones y abusos, saben ser niños entre el caos.
         ¿Por qué nosotros no sabemos ser niños  con el momento que nos toca como adultos?. ¿Qué punto de locura y pasión nos falta por la vida que podríamos rescatar del niño que fuimos?.
         Ninguna etapa en la vida es tan honestamente feliz. Y si volvemos la mirada a aquella época nos encontramos con una vivencia en carne viva del día a día, con amigos que dan sentido a cada instante, con pequeños detalles que lo son todo, con amuletos y objetos que importan tanto, con una simple sonrisa o una mirada que no te deja dormir.
Esa sería la actitud que deberíamos estirar como si se tratase de un chicle de fresa o menta.
Elige sabor. ¿Cuál te gusta más?

HACER FÁCIL LO DIFÍCIL



         Hay personas que todo lo hacen fácil. Estar a su lado, ya es sencillo. Emprender algo se vuelve, inmediatamente, cómodo, posible y viable. Personas que siempre piensan en verde, que tienen luz en la mirada y chispas en la sonrisa. Gente sencilla, que no invade, ni somete, ni reprime, ni incomoda. Almas que se trasparentan, que abrazan y recogen, y sin embrago, sueltan y dan alas a la vez.
         Siempre he querido ser una de ellas. He intentado serlo porque estoy convencida de que estamos aquí para facilitarnos la existencia unos a otros y no al contrario. Porque creo en que venimos aquí para aprender a amar con más ahínco del que traemos y sobre todo, porque estoy segura de que eso es lo único que nos llevaremos al final.
         Hacer fácil lo difícil solo depende de la actitud con la que estemos dispuestos a dar el primer paso hasta ello. El miedo, muchas veces, nos agranda la tarea y la complica en nuestra mente.
         Para resolver lo que cuesta solo hay que empezar a hacerlo. Iniciar el camino y seguir y seguir, sin detenernos. Aunque el paso de cada día sea pequeño, muy pequeño…se avanza. Por eso, cuando nos encontramos a la gente que hace fácil lo difícil creemos estar en un sueño. A mí, estas personas me causan una admiración incontenible y querría que su facilidad para abrir puertas, ventanas y caminos se deslizase hasta mis manos y se multiplicase en ellas.
         De todas las formas, me gusta contagiarme con su entusiasmo, su forma de ver la vida y de transmitir las emociones, su insostenible pasión por cada pequeña cosa que inician o depende de ellas y su inestimable forma ofrecer a los demás lo mejor de sí.
         Cada día, un poco más, un poco mejor. Cada paso atrás, mayor avance. Porque en definitiva, nada pasa porque sí. Todo encaja, nada queda obviado y todo tiene una respuesta. Alguna vez…en algún lugar…en un momento determinado, pero la totalidad que nos envuelve nunca olvida a una de sus piezas.
¡Qué tampoco la pieza lo olvide!

lunes, 7 de octubre de 2013

EL DÉBIL ARTE DE ESCAPAR



Hemos comentado alguna vez que los dos instintos de supervivencia más fuertes, que le quedan al ser humano en su cerebro reptiliano, son la huída y la lucha para lograr permanecer. Eso es precisamente lo que hacemos cuando las dificultades nos llegan.
A veces escapar se convierte en todo un arte. Una sutil manera de no querer mirar a los ojos a los problemas y una estúpida forma de creer que la espantada nos apartará de las consecuencias de lo que se nos viene encima.
Sin embargo, huir nos lleva, en ocasiones, a tener que retomar la marcha aunque sea desde otro ángulo porque ningún camino es infinito y antes o después tendremos que tomar decisiones.
Hay gente incapaz de resolver. Personas que sienten un miedo paralizante cuando tienen que optar por una opción. En el fondo son gente que quiere retenerlo todo y no tener pérdidas en la transacción.  
Sin embargo, siempre tenemos un precio que pagar, algo que abandonar, un sufragio irremediable que se asume en favor de aquello que parece mejor. Ninguna solución es la perfecta. No hay perfección en los sucesos de la vida y, curiosamente, ella es lo más perfecto.
No podemos pretender tenerlo todo. Algo siempre se pierde. Lo que hay que valorar es si lo que dejamos de lado nos reporta menos felicidad que lo que llega. Lo mejor está en el riesgo porque la mayoría de las veces no es una inversión segura. Nadie sabe si realmente le va a ir mejor por un camino que por otro. Nadie conoce cómo se desenvolverán los acontecimientos para determinar si será más feliz, gozará más o se encontrará mejor. Nadie puede saberlo. Y esa es la magia de la existencia: el riesgo.
         Escapar no tiene demasiado sentido si consideramos que lo único que hacemos es retrasar el enfrentamiento, porque luchar, en algún momento, hay que luchar.
Los cambios nos descolocan muchas veces, nos desestabilizan pero hay que tratar de pasar la barrera del desconcierto para instalarnos en la fortaleza del hábito, de la rutina, de aquello que por repetirse se va haciendo conocido…y a lo que se conoce se le va queriendo. No puede ser de otra forma, es otro instinto de supervivencia, amar lo cotidiano para no perecer en ello.
Por eso, por malas que parezcan las circunstancias terminan estando a nuestro favor. No es necesario escapar porque lo malo se convierte en bondadoso cuando nos mira a menudo y a base de contemplarnos, ello mismo se transforma.

domingo, 6 de octubre de 2013

DOMINGOS LITERARIOS

SIN QUERER QUERIENDO
Sin querer queriendo te hago daño.
Sin querer queriendo me dueles.
Sin querer queriendo te siento eco.
Sin querer queriendo
 crees que me pierdes,
 cuando, sin embargo,
solo tú me tienes.
He navegado en otros mundos
Y surcado mares de lamentos
He bebido de la amarga fruta
Que deja seco el pensamiento.
Te he negado y he vuelto
a tus brazos siempre hambrientos
de mis caricias de miel y sarmiento
para ganar todo tu ser y tu contento.
Si llegas lento hasta la falda de mi cama
y me llenas completa de besos
olvidaremos la tortura de dudar
 hasta del pensamiento
que sepas que eres mío y yo tuya
con o sin consentimiento
Y que cada vez que pronuncias,
mi nombre en tus labios
se abre entero el mismo cielo
para inundarte con la dicha
de ser tu mi único amor certero.

FLOR Y NATA