Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 7 de septiembre de 2011

APRENDER SIN PENSAR...

“APRENDER SIN PENSAR, ES INÚTIL. PENSAR SIN APRENDER…PELIGROSO”

Esta frase corta e intensa encierra un profundo mensaje que deberíamos considerar cuando nos acercamos a cualquier pensamiento que nos mueva a hablar o a actuar. Cuando aprendemos, en el momento en que nos acercamos a aquella información novedosa que ejercerá, sin duda, una influencia en nosotros, debemos integrarla con sumo cuidado. Debemos digerirla con las habilidades del pensamiento activo. No podemos aprender a repetir información. Cuando uno aprender debe hacer suyo lo que integra lo que quiere decir que lo asimile, lo contraste con lo que ya sabe, lo cuestione, lo enriquezca y lo haga vida. Todos estos procesos que se desmenuzan como largos y complejos, son instantáneos para el que está acostumbrado a pensar. El sistema educativo nos ha enseñado, demasiadas veces, que el éxito es del que sabe repetir lo que escucha al profesor o lee en los libros. Pero no aprendemos para el examen del colegio. Aprendemos para la vida. Para saber actuar mejor y sobre todo para ser más felices. No nos sirven los matices de otros. Debemos aprender a modelar el conocimiento con nuestros propios criterios.
Por otra parte, el hecho de pensar sin aprendizaje puede, efectivamente, ser peligroso. Las ideas revolotean en la mente como gaviotas desorientadas que pierden en ocasiones el rumbo hacia el puerto correcto. Si hemos aprendido a “pensar”, sabremos dirigirlas hacia la resolución de nuestros problemas y evitaremos que se enmarañen en ideas tortuosas e inadecuadas que siempre nos llevan al sufrimiento propio o ajeno.
Pongamos en práctica la frase con la que hemos empezado y sigamos avanzando, al menos, en la seguridad de hacer lo mejor para nosotros.

martes, 6 de septiembre de 2011

TRANSFORMAR EMOCIONES, NO SUPRIMIRLAS

Cuando somos capaces de reflexionar sobre nuestras emociones negativas, a menudo la primera reacción que nos asalta es la de reprimirlas para que no afloren al exterior y comiencen a realizar los desastres que imprimen en la conducta emocional. Sin embargo, aprisionarlas no las evita, sino que las encapsula en una especie de estrato mortal que mina la salud de nuestra mente y del espíritu. La represión siempre causa estancamiento y parálisis en algún lugar del campo energético que nos anima y por lo tanto, afectará irremediablemente a los órganos y sistemas corporales que se nutren de él.
 Las experiencias de dolor no procesadas sofocan y reducen la carga emocional positiva y esto conduce, sin remedio, a la disfunción cuerpo-mente. Durante toda nuestra vida hemos empleado gran parte de nuestra energía vital en suprimir las emociones y tenerlas almacenadas para librarnos de su carga negativa. Pero que no sean evidentes no significa que no existan. Que no actúen soterradas bajo los niveles pretendidos de positivismos, alegría o autoestima. Socavan conductos subterráneos de malestar comprimido que hacen débiles los cimientos de nuestra fortaleza. Por ello, el camino no es la represión, sino la transformación. Podemos poner en práctica estos pasos:
1.    - Reconocer y aceptar lo que nos haya sucedido, del tipo emocional que sea.
2.    No tratar de obviarlo, ni pretender que no sucedió. No reprimirlo ni ignorarlo. Entender por qué llegamos a ese punto, en qué parte tuvimos responsabilidad y en cual no. Y sobre todo tratar de entender a quienes nos dañaron. Nadie da lo que no tiene dentro de sí, por eso no se lo podemos pedir.
3.    Liberar la fuerza vital atrapada de signo negativo por medio de la meditación, la reflexión o el diálogo con nosotros mismos mediante afirmaciones positivas.
4.    Dejarlo ir e implicarnos en la tarea de la reconstrucción de nuestro edificio emocional interno. Decorarlo a nuestro gusto y salir a la vida que siempre nos espera gustosa de acogernos.


lunes, 5 de septiembre de 2011

IMPORTANTÍSIMA LECCIÓN

Hay una importantísima cuestión que si aún no la hemos aprendido, debemos hacerlo inmediatamente. Se trata de elegir siempre basándonos en lo que nos hace sentir bien. Si nuestro corazón nos envía señales de desagrado, de molestia, de disgusto…hay que tomar otro camino. No es el nuestro. Si actuamos guiados por lo que “deberíamos” o por lo que a otros les hace felices…estamos diciéndoles SI  a ellos y NO a nosotros mismos. Si queremos instalar el sufrimientos en nuestro templo interior nos bastará con buscar continuamente la aprobación de los demás. Si lo que nos importa sobre todo es que nos acepten, dejaremos de lado lo más sagrado que nos anima y da vida: nuestra propia forma de ser y sentir.
No se trata de imponernos soberbiamente a los demás, ni de agredir con nuestra prepotencia la estabilidad ajena. Se trata de apostar por nuestra intuición, de estar en equilibrio con nuestros deseos, anhelos y esperanzas. De encontrar aquello que nos da plenitud no porque se la da a nuestros seres queridos, sino porque lo sentimos como el verdadero sendero a transitar. Somos nosotros los que caminaremos por él, con lo cual, también debemos ser nosotros quienes elijamos la dirección a tomar. Siempre hay riesgos que hay que asumir. El riesgo de equivocarnos y sufrir. La posibilidad de fracasar y retroceder. Pero siempre habremos aprendido  el valor de la superación y la satisfacción de haber hecho lo que creímos sin imposiciones. Equivocarnos tiene un precio. Demasiado alto si no fuimos nosotros quienes decidimos hacerlo así. Mucho más llevadero si la responsabilidad es toda nuestra. En cualquier caso, la vida se construye con opuestos. El equilibrio entre el error y el éxito; entre el amor y el odio; entre la dicha y el dolor es lo que finalmente nos dará la medida personal del valor propio. Un valor que nos llenará de dicha si lo hemos construido con nuestro propio esfuerzo a pesar de los fracasos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Haz lo que quieras... desde el AMOR

Me gustan las frases que encierran un pensamiento intenso, una emoción abierta o una reflexión veraz. Son perlas radiantes que llegan a nuestra mente con la fuerza de un rayo de fulgurante fragor. Entre ellas, he elegido hoy, una muy especial. Se trata de reclamar el AMOR como base y fundamento de todo lo que hagamos. Porque no haya nada que justifique mejor nuestra forma de actuar, nada que nos deje tan tranquilos, ninguna otra cosa que evite la culpabilidad y lo único que nos asegura que tenga los resultados que tenga nuestro comportamiento, siempre se habrá basado en el sentimiento más auténtico que existe.


 "Ama y haz lo que quieras; si te callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón: de esta raíz solamente puede salir lo que es bueno."

!!!  FELIZ DOMINGO!!!!

sábado, 3 de septiembre de 2011

SALUD EN EL EQUILIBRIO CUERPO MENTE

Generalmente no pensamos en la vida que llevamos dentro. Sólo vivimos. Como un acto repetido y cotidiano que nada tuviese de extraordinario porque está con nosotros desde que nos conocemos. No tenemos costumbre de agradecer la maravillosa y exquisita tarea de cada célula, la completa función de cada órgano, el acompasado trabajo de los sistemas corporales que de forma coordinada y espontánea se organizan para mantener nuestro equilibrio. Y porque no le damos importancia a la armonía que rige nuestro cuerpo, no la cuidamos, en muchas ocasiones. Las fisuras en la ponderada y milimétrica proporción de la estabilidad global de nuestro cuerpo, conlleva innumerables posibilidades de ruptura con el ritmo natural de su funcionamiento y permite, por tanto, la aparición de la enfermedad como respuesta de contrapunto a la agresión contra su serenidad. Ningún sentimiento negativo, ninguna emoción perturbadora queda sin sus consecuencias. La ira, la impotencia, la rabia contenida, la agresividad, las respuestas malintencionadas…todos y cada uno de los pensamientos enconados…tienen sus consecuencias. Si supiésemos el precio que paga nuestro cuerpo por cada emoción perturbadora tendríamos un inmenso cuidado con ellas. Pondríamos todo nuestro empeño en no enfermar y no nos costaría nada rechazar la negatividad de nuestra vida. Si fuese más evidente e instantánea la conexión entre el cuerpo y la mente, mimaríamos cada palabra que sale de nuestra boca, cada gesto, cada idea salpicada de turbulencia y dedicaríamos un tiempo, aunque fuese breve, a cuidar de ese necesario equilibrio sanador. ¿Acaso no nos tomamos infinidad de pastillas con ligera facilidad poniendo en ellas la confianza de curarnos cualquier dolencia?¿No trabajaríamos un ratito la reconexión con nuestro cuerpo, desde el agradecimiento y la serenidad mental, si supiésemos que verdaderamente es la mejor pastilla que podemos ingerir?.
Creamos o no en que nuestra mente tiene mucho que ver en la salud de cada uno, deberíamos probar a estar con nosotros mismos diez minutos al día. Reconociendo el trabajo espectacular de cada partícula que nos anima, permitiendo las sensaciones corporales que nos acompañen, agradeciendo la maravillosa sensación de estar vivos, de poder ver, tocar, oler, oír y sentir lo que ahora estamos leyendo e imaginando cuando lo leemos y sobre todo, de tener en nuestras manos el poder de dirigir nuestra propia vida saludable con solo ser consciente de nuestro cuerpo desde una mente sana y equilibrada.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Encontrar razones...

A veces, uno está tan mal que no encuentra razones para ver la claridad. No sabes seguir y todos los caminos parecen cerrados para nosotros. Son momentos difíciles en los que nos gustaría ser etéreos, que nadie nos viera, que nuestra presencia no alterase a nadie ni ninguno nos indispusiera. Nos gustaría ser incluso otros. Perder la identidad, por un tiempo, y vivir una vida que no es la nuestra. Tal vez sería una excelente oportunidad para darnos cuenta de cómo es lo que otros viven.   Posiblemente, advertiríamos las desgracias ajenas que se esconden bajo sonrisas y abrazos;  las lágrimas que se derraman detrás de las paredes; las angustias que se agrandan bajo el silencio. Entonces, tal vez también, comenzaríamos a encontrar  razones por las que levantarnos cada día con el ánimo en paz y con la serena sensación de no compararnos con nadie, de tener esperanza, de estar seguro de que lo que vivimos es lo debemos transitar y sobre todo, de que nuestra vida es única e intransferible porque ella contiene todo lo que necesitamos aprender. Lo único que debemos hacer es soltar todas las ataduras mentales, todos los prejuicios, todos los temores y estar instalados en la tranquilidad para advertir las señales que nos conectan con los recuerdos, con el plan que cada uno nos hemos preparado para avanzar y en ello, tendremos la seguridad de que nada pasa por que sí. Que todo está supervisado, que si nos encontramos mal, solamente es algo temporal  y que debemos esperar tranquilamente a que las aguas de nuestro corazón se calmen porque la alegría y la esperanza nos rodean continuamente deseando que le abramos las puertas de nuestra casa.

jueves, 1 de septiembre de 2011

¿PERDONAR?


Si reflexionamos sobre el perdón debemos retrotraernos al origen y causa de lo que originó el dolor. Pero sobre todo, hay que cuestionarse el porqué otorgamos poder a la persona que nos ofendió para que cuente con la potestad de entrar en nuestro corazón y hacerlo pedazos.
Si lográsemos desprendernos del ego que nos invade y bajarlo a ras de tierra, nadie podría ofendernos. Y entonces no habría enemigos. Ni las batallas tendrían sentido, ni las guerras colmarían las ansias de ira no satisfechas. El objetivo es no sentir rencor, no odiar, no volcar nuestro veneno para contrarrestar el de los demás. Así aquietando el alma…podemos pararnos frente a los pretenden agredirnos y desarmarlos sin violencia, con la única defensa de la serenidad de ánimo ante sus espadas.

Veamos este pasaje de Buda que merece una lectura detenida y muy reflexiva. Disfrutemos de ella:


“Estaba el Buda meditando en la espesura junto a sus discípulos, cuando se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando el momento de mayor concentración del Buda, lo insultó lo escupió y le arrojó tierra.
Buda salió del trance al instante y con una sonrisa plácida envolvió con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras, esperaron la orden del Buda para darle su merecido.
Buda en un instante percibe la totalidad de la situación, y les ordena a los discípulos, que suelten al hombre y se dirige a este con suavidad y convicción diciéndole:
-“Mire lo que usted generó en nosotros, nos expuso como un espejo muestra el verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga todos los días, a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted vio que en un instante yo lo llené de amor, pero estos hombres que hace años me siguen por todos lados meditando y orando, demuestran no entender ni vivir el proceso de la unidad y quisieron responder con una agresión similar o mayor a la recibida.
Regrese siempre que desee, usted es mi invitado de honor. Todo insulto suyo será bien recibido, como un estímulo para ver si vibramos alto, o es sólo un engaño de la mente esto de ver la unidad en todo”.
Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre, se retiraron de la presencia del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada uno percibiendo la lección de grandeza del maestro y tratando de escapar de su mirada y de la vergüenza interna.
A la mañana siguiente, el agresor, se presentó ante Buda, se arrojó a sus pies y le dijo en forma muy sentida
-”No pude dormir en toda la noche, la culpa es muy grande, le suplico que me perdone y me acepte junto a Usted”
Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre de quedarse con nosotros, ya mismo; pero no puedo perdonarlo”
El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera, ya que él era el maestro de la compasión, a lo que el Buda respondió:
-“Entiéndame, claramente, para que alguien perdone, debe haber un ego herido; solo el ego herido, la falsa creencia de que uno es la personalidad, ese es quien puede perdonar, después de haber odiado, o resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa incluida, que es la necesidad de sentirse espiritualmente superior, a aquel que en su bajeza mental nos hirió. Solo alguien que sigue viendo la dualidad, y se considera a sí mismo muy sabio, perdona, a aquel ignorante que le causó una herida”.
Y continuó: “No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no me siento superior, no siento que me hayas herido, solo tengo amor en mi corazón por usted, no puedo perdonarlo, solo lo amo. Quien ama, ya no necesita perdonar.”
El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras de Buda eran muy profundas para ser captadas por una mente llena todavía de turbulencia y necesidad, y ante esa mirada carente, el Buda añadió con comprensión infinita:
-“Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya sabemos que necesitamos a alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar a los discípulos, en su soberbia están todavía llenos de rencor, y les va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su ignorancia se van a sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y usted también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a sentir un reaseguro en su ego culposo, y así más o menos todos quedarán contentos y seguiremos meditando en el bosque, como si nada hubiera pasado”
Y así fue.

¿COMPRENDEMOS ÉSTA ENSEÑANZA DE BUDA?
 
Si hay alguien de quien pensemos que “nos debe algo”, “nos hizo algo”.. y no podemos ver la perfección dentro de cada situación… dentro de la ilusión, PERDONEMOS
PERO...
Que pasaría si se nos preguntara ¿ a quien te falta perdonar ? y en lugar de buscar los rostros y nombres de aquellos que dañaron nuestro ego, respondiéramos: ya no tengo que perdonar a nadie, YA LOS AMO. 
EL QUE LOGRA ACEPTAR LA PERFECCIÓN DIVINA  DETRÁS DE TODA SITUACIÓN...PUEDE LIBERAR EN UN INSTANTE...AÑOS DE RENCOR, RESENTIMIENTO  Y ENFERMEDAD-

Nunca voy a perdonar...PUES LOS AMO!!!