EL PERDÓN BLANDO
Quédate aquí, junto a mí, a mi lado.
Quédate despierto como si no hubiese noche,
Ni la luna apareciese victoriosa entre lo innombrado,
Quédate para la eternidad que siempre he añorado,
Para traerme la brisa del viento del mar salado,
Para entonar los cánticos de otro tiempo vago,
Quédate y dame tus manos,
Para beber de ellas todo lo que he soñado.
Te haré un hueco entre las risas y el llanto,
Entre las enaguas ardientes por desearte tanto.
Quédate y mira dentro de mis ojos colmados,
De dicha henchida de tu presencia revoloteando.
Aquí podrás saciarte del vino dulce de los enamorados,
Beberás la ambrosía de mis pechos dulces manando.
Quédate en el lugar que siempre te estuvo esperando.
En el hogar donde el fuego cálido hizo el nido deseado,
Quédate si todo lo otro ya lo has probado,
Y en tu dolor infinito rescatas mi perdón blando.
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