Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 12 de septiembre de 2019

NUNCA TE OLVIDO



Hace tres años que te fuiste,

 como quien se va en un instante 

para no volver nunca. 

Te fuiste sin palabras, 

con la rapidez que siempre has tenido. 



Ágil, raudo y veloz para 

no molestar ni ser oído.

Te fuiste dejándonos mudos de dolor 

Y en nuestro ombligo encogidos.

Te fuiste para cuidarnos

Desde el reino del silencio perdido.

A ti te pido hermano mío,

Que me ayudes en las cosas de mis quejidos

Y que sigas en mi corazón,

Siendo la alegría con la que has nacido.

Nunca, nunca serás para mi olvido.

LO PEOR QUE ME HA PASADO



Lo peor que me ha pasado NO has sido tú,

Ha sido mi tolerancia y mi respeto,

Mi amabilidad, mi confianza creciente,

Mi entrega desmesurada, mi falta de ponerte límites,

Mis “nunca NO”, mis “sies” continuos,

Mi centro del mundo en ti,

Mi único plan, creerte una suerte,

Estamparte en mi alma hasta fundirte,



Acudir a un sueño inventado por mí,

A no querer ver la realidad,

A estar a solas y siempre contigo,

A hacerte el ombligo de mi mundo,

A dejarte entrar hasta la cocina de mi casa,

A no ponerte barreras en ningún caso.

A regalar mi alma por tan poco a cambio,

A creer que ese poco era un universo,

A pensar que no habría nadie mejor,

A besarte con alas para rozarte más suave,

A cambiar mi libertad por tus cadenas,

Mi ética por tu código de barras,

A perderme una y otra vez

En el laberinto de tus mentiras

A encontrar tu verdadero tú

En las palabras que se te escapaban.

A no querer ver lo que me ponías delante,

A seguir el juego de tu “ego”

En la ruleta rusa de tus locuras.

A parar de golpe y respirar profundo,

A querer soltarte y soltarme

Deseando que te llegue lo mejor, 

que ni tu ni yo lo fuimos.

Deseando que te entregues a tu paz,

Y que ambos seamos uno en el olvido,

Sin dolor, ni ruido.











lunes, 9 de septiembre de 2019

¿Y TÚ, QUÉ CUENTO TE CUENTAS?



Todos tenemos, en un momento u otro, un diálogo interno que a veces se convierte en parloteo continuo. Los que no suelen tener mucho de ello son los que están volcados al exterior, los que necesitan compañía continua, los que no son capaces de estar a solas consigo mismos apenas unos instantes. Esas personas llenan lo que no tienen dentro con gente, cosas, experiencias y adicciones de fuera.




          Estoy convencida, sin embargo, que todos tenemos esos momentos de soledad donde una voz, la tuya propia, te habla. Y lo hace como juez o como víctima.


          Hay personas que se perdonan todo, que incluso aunque sean ellas las que provoquen las catástrofes siempre culpan a otros y nunca  asumen culpas. Se sienten víctimas del mundo y trasladan sus responsabilidades a las espaldas del de enfrente. Vulgarmente se dice por aquí…” yo te causo la herida y yo me pongo el vendaje”.

          Otras personas, por el contrario se sienten culpables de todo.  Les parece que son ellos quienes no cumplen o se pasan con los límites, los que hacen las cosas mal o los que sin querer provocan los errores.

          En cualquiera de los casos, nos contamos un cuento. Nos hablamos de una forma y de ahí se generan unos sentimientos y una manera de actuar.

          No es válido cargar la culpa de nuestros errores a los demás, tampoco sentirnos víctimas del resto.

          Cuando pares y te observes, descubre lo que eres con una mente limpia, con un ánimo suave, con un espacio vacío delante de ti donde no quepan las mentiras. Porque si es malo mentir al otro es mucho peor mentirse a uno mismo.

          ¿Eres el juez?¿Te sientes víctima?. 

Revísalo, podrías sorprenderte. 

Actúa de otro modo.