Todo en la vida depende de las elecciones. A veces, imperceptibles, otras conscientes y muchas de ellas encubiertas por lo que hemos normalizado día a día en cada acto. Incluso lo que creemos que nos trae el azar, puede depender de una o de muchas decisiones que lo anteceden.
Estamos decidiendo a cada paso y cada vez que lo hacemos tomamos algo que deja atrás el camino contrario. Siempre hay una factura que pagar, algo que perder y algo que queda anclado en la incertidumbre de cómo saldrá.
Cuando algo va mal, o muchas cosas van mal, no hay más remedio que soltar, que dejar todo aquello que atenaza tu preocupación. No por darle más y más vueltas puede resolverse. Mira dentro y comprende, desde esa quietud y silencio interior qué debes abrir, a quién y a qué estás mirando. Si miras con los ojos de la conciencia verás que las cosas cambian de perspectiva cuando no te alteras ni te influyes. Es una nueva visión. Un enfoque distinto libre de pesadumbre y lleno de confianza en la ayuda que vendrá desde esa paz.
Si la mente te sabotea diciendo: …” ¿cómo puedo estar bien si me pasa esto o lo otro...” dite a ti mismo…” “Estoy bien aunque pase esto”. Estoy bien; soy diferente a lo que me ocurre. Mi realidad interna es diferente a la realidad externa y puedo estar bien haciendo que mi realidad interna sea estable.
Confía en ti y en cómo tratas a lo que te ocurre. Elimina las pequeñas cosas que hacemos tan grandes. Miradas con distancia, las vemos tan triviales…
Hay que despertar al ojo interno de la mente para discernir con claridad y no ser engañado por nada ni por nadie. Síguete a ti mismo, como tu mejor valor.
Vete al silencio. Solo ahí se ve con claridad y transparencia. Qué importante es la quietud interna para hacer que las cosas ocurran, sin que vayas detrás de ellas. Ánclate a la fuerza de un pensamiento puro y valioso, sostenido en tu mente. Tu conciencia se hará poderosa. Cualquier emoción que llegue, vendrá… y se irá.
De pronto, todo volverá a brillar.
