Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 19 de julio de 2022

DEL AMOR A LA INDIFERENCIA

 Cuando uno ama mucho, odia más. Son caras de la misma moneda, se ha dicho siempre. No es posible amar hasta el extremo y seguir deseando lo mejor a lo que se aleja de ti. Somos humanos y eso hace que la postura ideal de continuar estirando un sentimiento estallado de pasiones, bondades y entregas, se haga imposible.



 

Admiro a las parejas que dicen “quedar bien”. O tal vez pienso que nunca llegaron a quererse hasta los huesos. Nadie puede negar que toda relación alguien ama más y lo hace mejor. Esto impide ese equilibrio pretendido que se dice conseguir, en la mayoría de las ocasiones.

 

Hay un salto inmenso entre querer tanto a alguien y perderlo. Existe un punto de inflexión donde algo se rompe. Un proceso de deterioro. Un periodo de no saber “qué pasa” pero tener claro que pasa mucho sin decirlo. Eso es lo peor. No hablar. Dejar pasar, cada vez más, lo que incomoda, lo que nos hace sentir mal, lo que ha dejado de emocionarnos.

 

Lo vamos sufriendo en silencio. Lo escondemos incluso ante nosotros mismos y cuando nos damos cuenta ya no hay vuelta atrás. Todo está perdido. El jarrón se rompió y sus pedazos no pueden unirse.

 

Donde hubo tanto amor, ponemos tanta indiferencia, que aún es peor que el odio. Este último, al menos, es también es un sentimiento y fuerte.

 

No demos nada por sabido. No creamos que todo sigue igual de bien. No apostemos por el “siempre” sin tener nada más que el “ahora”; eso sí, haz de ese tiempo presente un examen continuo de la honestidad con la que revistes tus sentimientos. Que lo que quede, sea más fácil de mantener pero sobre todo más digno y coherente.

domingo, 17 de julio de 2022

E EL CORAZÓN DE LAS PALABRAS

 EN LOS PLIEGUES DE TU PIEL

 

Navego por el plano de tu piel imaginada,

Entre los surcos de cada rincón escondido.

Camino lento siguiendo, 

el trazo de pliegues y cicatrices.




 

Dibujo senderos con laberintos increíbles.

 

Aquí y allí me detengo,

Explorando las cuevas de tu huecos,

Lustrando mi huerto entero

Con las corrientes dulces de tus aguaceros.

 

Salto y brinco desde los pies a tu pelo

Y por sentirme libre voy bebiendo

Cada uno de tus poros abiertos

¡Que me coja la sequía, sin sed ni miedo!.

 

Y te invento de nuevo entero,

Como una niña al fragor altanero

De quien le tiende su mano,

Para lo dulce, lo lindo, 

el amor y el te quiero.

 

Luego, paro un momento.

Se detienen los relojes

Y todo queda quieto.

He recordado…

¡Que sólo estás 

en mi pensamiento.!