Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 22 de septiembre de 2023

CUANDO CAMBIA LA ESTACIÓN

 Cada vez que cambia de estación, algo parece que se modifica en nosotros. Cambiamos de clima, de modo de vivir dentro y fuera de casa, de actitud ante el día a día porque, sin duda, algo cambia en el ambiente y todo nos afecta.




En mi caso, hay estaciones particularmente significativas.

La primavera se ha llevado muchas personas importantes para mí y, ella misma también, me ha traído otras. 


El otoño abre la puerta a la añoranza, nos encamina al frío invierno, comienza a doblegar los aires veraniegos y nos impele a estar dentro mas que fuera. 


El invierno es, por excelencia, la estación más realista. Largo, señero, altanero y contundente. Pareciese que anuncia el miedo ante el cual nos recogemos. Pero algo tiene de seguro y es el conocer cómo responde ante nuestras expectativas.


Somos naturaleza, estamos encadenados a ella queramos o no y, por eso, cada cambio en ella sucede también en nosotros. Las estaciones constituyen nuestro corazón y nuestra vida.


Hay épocas, que como la primavera, pareciese que todo se renueva, que la vida nos hace regalos, que lo que creemos perdido, no lo está. Otras, como el otoño, en las que todo va decayendo, en las cuales, como las hojas, las ilusiones caen y la esperanza pierde su color verde para volverse gris. Incluso alguna en la que debemos guarecernos hasta de nosotr@s mism@s porque todo lo que nos roza nos hace daño. Pero también hay veranos en nuestra vida. Momentos, etapas, paréntesis en los cuales todo parece ir bien, con el sol de frente y la luz en nuestra espalda. Instantes o periodos en los que rebosamos ilusión o estamos pletóricos de satisfacción; en las cuales, todo parece posible aún con dificultades.


Cada estación de la vida puede darse en un tiempo. Nuestra biografía es tan rica, tan sutilmente nuestra que juguetonamente decide cuándo colocar cada estación.


 Solo debemos aprender a pasar de una a otra sin dolor o con el menos posible, porque lo importante es saber transformar siempre lo que nos daña en un aprendizaje generoso y bondadoso para nuestro corazón.