Hacer la vida fácil a los demás significa alisar el camino hacia ti mismo/a. Todo es más sencillo de cómo lo pensamos. La realidad es simple, nuestra mente la convierte en compleja.
A las situaciones reales, que suelen resumirse en pocas palabras, comenzamos a añadirles situaciones posibles, imaginadas, ficticias…cargadas de miedos y aderezadas con todo tipo de temores que anidan en lo más profundo de nuestro cerebro.
Cuando estamos a solas parecen crecer. Por la noche aún aumentan más y nada de ello impide o aminora el hecho de enfrentarnos a la verdad.
Si pensásemos menos y estuviésemos instalados en el instante mismo que nos ocupa cada momento. Si fuésemos capaces de recortar nuestro presente y aislarlo de un pasado y un futuro que no están… si pudiésemos asirnos a la sencillez del momento, todo sería más fácil. Todo menos negro. Todo más pequeño. Todo más pasable. Todo más ligero.
Llegar a ser como una pluma suspendida en el aire navegando serena sobre una superficie a la que nunca caerá, sintiendo la levedad de su peso y su leve pasar.
Hacerlo todo más fácil, para nosotros y para los demás.