Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 4 de abril de 2017

LA SOLEDAD AFECTIVA



¿Te has sentido solo/a en compañía alguna vez?. 

Posiblemente, cuando hablamos de soledad estemos aludiendo al estado físico de la unidad. No estar con nadie; que nadie esté ahí contigo, en ese momento.

Pero por experiencia, muchos sabemos que la peor soledad no es la que nos permite tener más espacio alrededor, sino la sensación de que no estás conectado con el resto, que no tienes nada en común, que lo que dices suena con un profundo eco que nadie recoge o que lo que escuchas no te interesa en absoluto.

Estar solo no significa ser un fracasado o estar vacío. Uno puede estar solo pero lleno. Lleno de objetivos por cumplir, deseos que impulsa a la acción o simplemente, lleno de silencio.

La soledad afectiva es aquella en la que sentimos frío en el alma, aquella en la que parece que nuestras inquietudes no son las de nadie o en la que no encontramos la sintonía con el resto que nos acompaña en el día a día.

Nos sentimos atrapados dentro, en vez de experimentar serenidad y apertura y precisamos, en nuestro vacío, unos ojos a los que responder o unas manos a las que acariciar. Pero en realidad, la soledad afectiva empieza a resolverse cuando uno se enamora de sí mismo; entonces firma un contrato de solidaridad perpetuo donde el respeto y el cuidado están asegurados y sobre todo, donde se abre una puerta hacia dentro que siempre nos da paso a la felicidad.

Así, encantados de conocernos, podemos dejar que otros empiecen la aventura de saber quién y cómo somos.

Me gustó este breve pasaje que comparto, al respecto.

Feliz tarde


“Si no sabemos manejar la soledad, si no estamos acostumbrados a ella o si le tememos, seremos personas vulnerables en el amor, predispuestos a padecer con más intensidad el dolor de una separación, de una infidelidad o de un rechazo afectivo. 

Aprender a vivir con la soledad no quiere decir que debas ser una persona aislada o que debas estar siempre soltera, por el contrario, serás una persona fuertemente sociable y con la capacidad de llevar relaciones sentimentales plenas y sanas, pero blindada y preparada para afrontar momentos de soledad.”

https://old.elartedesabervivir.com/guias/como-afrontar-la-soledad-afectiva-29

lunes, 3 de abril de 2017

TRISTEZAS PROFUNDAS



Todos tenemos tristezas profundas. A veces están en la superficie, rozando la piel y con el dolor explosionando a cada instante. Otras, se quedan dormitando en los recuerdos decididamente no nombrados; hibernando, a punto de despertar del letargo cuando algo golpea en su profundo sueño.

Cuando uno siente esa tristeza invadiéndolo todo, lo mejor es conectar con el sentimiento.  En silencio, despacio, de forma suave como dejando que resbale sobre el alma. Dando la mano al sufrimiento que conllevan y después abriendo espacio para que se dispersen en nuestro interior.

No podemos y no debemos evitar la tristeza. Ella lega sin avisar y a veces, para quedarse mucho tiempo. Lo que podemos hacer es invitarla a pasar, no resistirnos al malestar que nos regala y siendo compasivos con lo que deja a su paso y con nuestra forma de sufrirlo.

A veces, nos indigna lo que “nos hacen” los de fuera. No entendemos por qué nos tratan así sin merecerlo y eludimos comprender que cada uno libra sus propias batallas, que todos estamos conectados y que lo de los demás nos salpica. También lo nuestro modifica y condiciona lo que otros viven junto a nosotros.

Decisiones simples pueden convertirse en el inicio de historias inimaginables. Cualquier paso que creamos sin importancia puede cambiar la vida.

Los sucesos se encadenan, las piezas se mueven y al final…todo encaja.

Las tristezas profundas anuncias alegrías inmensas que están por llegar. Todo es cíclico. Un polo se conecta con el contrario y en el medio surge la maravillosa chispa en la que debemos apasionarnos por la vida y por el trabajo interior.

Así me siento a veces, a ratos, a solas.

Así resuelvo; arropando a la niña interior que hay en mi con el abrazo tierno de la adulta que soy.

domingo, 2 de abril de 2017

VIAJE A ÍTACA



Mis queridos lectores, repito la última parte del relato, tal y donde lo dejamos. En otro color, añado lo nuevo.

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.-Cómo sé que está bien. Cómo sé dónde está.-Steven saco su teléfono móvil y marco un número demasiado largo para ser la zona en la que estaban. Apretó la tecla de la videoconferencia y al momento visualizó a su hijo en una playa  jugando con la arena.

.-¡Hola mami!, ¿cuándo vienes?. Me ha dicho papá que estaremos aquí pronto los tres. –Swa con las mejillas llenas de lágrimas sordas cogió fuerzas para hablarle.

.- ¡Mi niño!, ¿estás bien?. Sí si pronto estaré contigo.-Al fondo había un letrero en principio indescriptible. Steven le quitó el teléfono para despedirse del niño sin dejarles hablar más.

.- Te llevaré con él cuando me des la otra parte del medallón.- De pronto, la mujer china pudo reconocer el tipo de lengua en la que estaba escrito el letrero. Era coreano. ¡Le había llevado a Corea!.

.-¡Cómo has podido!. Nunca saldrá de allí.- Swa sabía que Steven procedía de Corea del Norte.

.-Solamente hay una opción mi delicada geisha. Tú irás con él. (…)

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No tenía ninguna opción. Owen no conocía su paradero, ni por el infierno que estaba pasando. Iría con aquel malvado hombre a reunirse con su hijo y la historia de amor con el afamado psiquiatra quedaría sepultada para siempre.

.-Está bien. Iré contigo.

.-No tan deprisa- respondió Steve agarrándola fuertemente del brazo. Entre tanto el teléfono móvil de aquel hombre comenzó a sonar. Con una sola mano le tomó para mirar la pantalla y decidir si coger la llamada.

Era Valeria. No era el momento de hablar con ella, sin embargo si no lo hacía, posiblemente no volvería a verla.  No quería perder la oportunidad que le daba aquella aventura.

Su potente brazo envolvió a Swa junto a su cuerpo tapando su boca con la misma mano con la que la sujetaba. Descolgó la llamada. Su voz cambió completamente. Parecía un hombre dulce y cercano, capaz de conseguir cualquier cosa que se le pidiese.

.-Mi querida Valeria que lujo oírte de nuevo. Tienes que perdonarme. Sé que no he vuelto a llamarte. Te podría explicar las muchísimas dificultades que he tenido para instalarme. La reunión a la que debía asistir también se complicó. Te compensaré.

La mujer del otro lado del teléfono le escuchaba reticente. 

Posiblemente, molesta con el incumplimiento de palabra que Steven le había manifestado, pero aquel hombre le gustaba y quería cerciorarse de si su encuentro era el comienzo de una relación más importante.

Steven sujetaba a Swa cada vez más fuerte para que no pudiese proferir ningún sonido. Su voz, ahora,  más melodiosa y modulada, iba logrando reducir el enfado de la mujer que constituía, en aquel momento, el objetivo de sus intenciones.

.- Estoy seguro, mi bella amiga, que sabrás perdonarme. Haré todo lo posible por hacerte olvidar esta indisposición mía.

.- Bien, Steven, entonces quedamos dentro de una hora?¿Puedes?.- Por un momento, aquel hombre sintió que su cabeza explotaba de impotencia. No podía negarse o la perdería para siempre. Tampoco estaba dispuesto a que Swa se le escapase sin más.

No había otro camino. Swa iría con él.

.- Oh, sí por supuesto. Estaré en la cafetería del hotel en el que te alojas en una hora. Estoy deseando verte. Y mis disculpas más sentidas por este silencio involuntario que estoy seguro, nos unirá aún más.

.-Steven, estaré esperando tu llamada para bajar. –A pesar de los esfuerzos de aquel hombre, la respuesta de Valeria había sido seca y cortante aunque llevaba implícita la aceptación y el deseo de volver a verle.

Al colgar el teléfono, Steven cedió en la presión de Swa.

.-Te portarás bien, supongo. Irás conmigo. No puedo dejar pasar esta ocasión, pero no pienso soltarte.

Tienes una hora para rescatar el medallón. Iremos juntos antes de volar al encuentro con Liu.

Swa pensó que tenía que ir a casa de Owen a cogerlo de la cajita de la estantería de los libros antiguos. No había otro modo. Estaba perdida y sola.

.-Muévete!, el tiempo ya ha empezado a determinar tu destino (…)