Ayer
comentaba con mi hijo la importancia de las rutinas en la vida, pero sobre todo
la trascendencia de la constancia, la voluntad y la sistematización a la hora
de conseguir un equilibrio vital o la conquista de cualquiera de nuestras
metas.
Efectivamente,
una de las cuestiones que para mi tienen relevancia en las rutinas es la
alimentación. Me gusta comer. Disfruto con los sabores, las texturas, los olores
y el paladeo de cada alimento. Pero me gusta comer bien.
¿Qué
significa “comer bien”?. Comer adecuadamente a nuestras necesidades biológicas
e incluso emocionales, porque a veces se come a golpe de emoción frustrada,
enquistada o dolorosa, o por el contrario, entusiasta y celebradora.
La
exhausta información sobre alimentación no deja lugar a dudas de qué alimentos
son los interesantes para nuestra salud. Adelgazar es una cuestión de cambiar
de hábitos y de focalizar el gusto en alimentos saludables. En muchas
ocasiones, convertir estos alimentos en algo semejante a lo que tanto nos atrae
y engorda es muy sencillo.
Hay
que elegir; pero hay que elegir bien. Grasas, azúcares, bollería, exceso de
hidratos…y un sinfín de reglas que todos conocemos que hay que evitar o mejor
dicho, sustituir.
Mi
día comienza con una maravillosa rutina en la que pongo mucho empeño y gusto:
el desayuno.
El
mío cabe en esta taza que aquí os dejo, pero está lleno de sabores a cereales variados, frutos secos, pasas,
frutas deshidratadas, avena (que recoge la grasa del intestino y la fulmina) y
deliciosos copos de trigo inflado que sirven de corona.
Es
un hábito magnífico que me ayuda a eliminar toxinas y a permanecer en mi peso.
Luego,
eso sí, siempre elijo mi taza. Llevo ya mucho tiempo con esta. Se trata del
búho de la suerte. Es un regalo, por eso confío, desde el principio de la
mañana en que todo el día irá bien.
El
desayuno define nuestro tipo de alimentación. ¿Cómo desayunas tú?