Me
gustan las palabras. Me he dedicado toda la vida a comunicar. Creo en el poder
de lo que se dice desde el corazón y quiero creer que todos, en algún momento,
y seamos como seamos, hemos apelado a lo más limpio y genuino de nuestro yo
para entregárselo al otro.
Hay
personas muy calladas y observadoras. Ese también es un gran don. No siempre
las palabras coinciden con los pensamientos, ni los silencios con lo que no se
dice.
Hay
silencios sonoros y palabras vacías también. Hay vacíos llenos de emociones
silenciadas y presencias llenas de vacíos huecos.
A
veces, la vida te lleva a parar, a reconsiderar tu mundo, a conocer qué
posición tienes en él ahora. Y el silencio ayuda. Te da espacio para observar,
tanto los recuerdos como las acciones. Te hace comprender y también aceptar.
Algunas
veces, usamos el silencio vacío con quienes no tenemos nada que decir. Otras,
nos instalamos en el silencio sonoro en el que esperamos que la vida se
recoloque, que a cada uno nos sitúe en dónde merecemos o simplemente que
valoremos y nos valoren tanto como hayamos tocado el corazón de los demás.
Estamos
en la cultura de las palabras. Quien dice más y convence mejor, vence. Lo que
no quiere decir que nos esté favoreciendo con sus argumentos. Pero nos lo creemos. Tendemos a escuchar más
que a observar y eso siempre lleva a confusión, porque lo que tiene valor son
los actos, las obras, la conducta. Y observando eso es lo que uno valora al
final de este maremágnum de palabrería que nos asfixia en la política, ante los
que nos venden lo que sea y sobre todo, frente a quienes nos quieren convencer
de lo que luego niegan sus acciones.
Es
mejor no decir nada si no cumple con los 3 filtros de Sócrates:
1.-
“¿Estás absolutamente
seguro de que lo que vas a decirme es verdad?”
2.-
“¿Lo que vas a decirme
es bueno o no?”
3.-
“¿Me va a servir de
algo lo que tienes que decirme?
Verdad,
bondad y utilidad. Si estás dispuesto a cumplir con ellos, entonces tus
palabras serán de oro y caerán como una semilla en un mullido sembrado. De otro
modo, ¿para que decir lo que no es verdad, lo que no va a traer bondad o lo que
no es útil?.
Estoy
en un momento de introspección. El silencio me parece un lecho de nubes por el
momento. Hablar sirve de poco cuando las palabras no llevan detrás intenciones
bondadosas y posibles.
El
objetivo es ser cada vez mejor persona, con la palabra o con el silencio, siempre que uno y otro traigan verdad.