Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 26 de noviembre de 2020

EL VALOR DE LA INDEPENDENCIA


Estamos en un momento en el que parece que todo puede comprarse; cualquiera tiene un precio y muchos son los que responden a las propuestas. Pero no siempre es así.

Hay personas independientes, con un profundo sentido del valor de sí mismos, con otras medidas para cualificar y no sólo cuantificar lo que reciben por su valía. Gentes capaces de no hacer de ciegos cuando ver supone tantas consecuencias para muchos. 

Tal vez sean pocos; posiblemente escasos. Pero existen y ellos tienen en su poder salvar la honestidad del mundo futuro. 

Veamos este breve relato alusivo a ello.

 


“Un noble inmensamente rico decidió un buen día que debía contar entre su séquito con un rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona. Para ello, mandó contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo.

De regreso, los enviados contaron que, en efecto, habían hallado al mejor rapsoda del mundo, pero que éste era un hombre muy independiente que se negaba a trabajar para nadie. Pero el noble no se dio por satisfecho y decidió ir él mismo en su búsqueda.  Cuando llegó a su presencia, observó que el juglar, además de ser muy independiente, se encontraba en una situación de franca necesidad

-Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tentó el rico.

-Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contestó el rapsoda.

-¿Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?

-Eso sería una des proposición muy injusta, y yo no podría servir a nadie en esas condiciones de desigualdad.

El noble rico insistió:

-¿Y si te diera la mitad de mi fortuna accederías a servirme?

-Estando en igualdad de condiciones no tendría motivo para servirte.

-¿Y si te diera toda mi fortuna?

-Si yo tuviera todo ese dinero, no tendría ninguna necesidad de servir a nadie…”

martes, 24 de noviembre de 2020

LA CALMA COMO RESPUESTA

 

No estamos en el mejor momento para hablar de calma y por eso mismo tenemos que hablar de ello.

Llevamos mucho tiempo echando un pulso a la naturaleza, a los demás, a las situaciones de cada día y forzando, así, las leyes naturales del razonable funcionamiento vital.

Hemos estado instalados en el “todo vale” con tal de conseguir lo que quiero o necesito. Nos hemos saltado millones de líneas rojas hasta no ver que tienen color. Hemos dejado muchos cadáveres como rastro sin importarnos que todos somos uno y que a quienes hacemos daño transforman su energía por otra más densa que lleva dentro ira, rencor, odio y cualquier sentimiento dañino que revertirá a su fuente.


 

La vida ha dicho “basta”. Y hemos tenido que parar o casi. Hay un poderoso mensaje en los acontecimientos que estamos viviendo. Una invitación a la calma. Un llamamiento a los sentimientos puros y a entender, de una vez, que los derechos de unos tienen el límite en las libertades de los demás.

Tenemos más tiempo; eso que nunca teníamos. Podemos usarlo bien.

Quedarse asolas con uno mismo, sin la necesidad compulsiva de tener a alguien al otro lado del teléfono o del asiento en un bar para validar nuestro poder. Un poder que debe venir de dentro y reposar ahí. Un poder que debe erigirse en base a sentimientos limpios y emociones puras. Un poder que no dañe y sí construya. Un poder alejado del arrebato de romper todo a su paso para despejar su propio camino a costa de lo que sea.

Tenemos la oportunidad de adentrarnos en la calma. De probar su excelencia. De ir de su mano a todos los sitios y saber parar a tiempo cuando sea necesario.

Tal vez, todo este cambio podamos usarlo bien e iniciar una nueva etapa en la que nuestros objetivos no perjudiquen a nada vivo y nuestras acciones sean siempre puentes y pilares de lo mejor.

domingo, 22 de noviembre de 2020

TUS OJOS EN EL AGUA

 

Y como una flor te miras en tu estanque

Siempre orgulloso de tu imagen,

Radiante con las ilusiones de tu mente,

Encendido con las pasiones de tu alma.

Como un espejo se refleja en el agua,

La montaña que pareces desde dentro

Si no sientes, si no hablas.

Como ráfaga de viento

Sacudes en ondas y salpicas el agua,

Hacia los que te miran sin saber

Que dentro está el volcán ardiente

Debajo de tus enaguas.

 


 

Y te miras y miras y cuanto más lo haces

Más te pareces bello y poderoso

Ante la gente normal que no brilla

Sin tus gracietas y palabras.

Mírate niño, pero mira que no te caigas,

En el centro del espejo

Que parece la superficie de ese lago

Que te engaña y descalabra.

Cambia de sitio tu mirada,

Date la vuelta y conocerás

La verdad de la que tanto te apartas.

Se narciso si quieres,

Pero selo en tu jardín

Y no en ese fango que te alaba.