Todos las tenemos.
Posiblemente, no difiera mucho la cantidad e incluso la intensidad de ellas,
pero sí la actitud ante las mismas.
La preocupación es un tipo de
pensamiento que generamos en nuestra mente pero, que en realidad, no sirven
para nada. No mejoran nada, tampoco lo empeoran. No inciden en la realidad. La
dejan como está pero, sin embargo, empeoran nuestra calidad de vida y minan
nuestra salud.
Una cosa es ser responsable de
alguien, cuidarlo o resolver diversos temas, pero la preocupación se pega al
pasado, que ya no vuelve o al futuro que puede que suceda de una forma
totalmente distinta a lo que nos imaginamos.
Los pensamientos que están
ligados a las preocupaciones nos influyen de forma negativa e inútil.
Tenemos que viajar hacia
dentro, hacia nuestro mundo interior. Observemos con desapego. No necesitamos
buscar razonamientos de por qué ocurre algo o no; algo que no depende de
nosotros. Se trata de darnos cuenta, de ser conscientes. De comprender que sea
lo que sea lo que te suceda solamente está en ti saber gestionarlo.
No es posible detener la mente
o forzarla a no pensar. Lo que podemos hacer es educarla para pensar poco,
pensar bien, crear pensamientos elevados en nuestras vidas y sustentar y sostener
esos pensamientos en la mente de forma que no haya espacio para otros. Intentar
dejar la mente en blanco o suspender los pensamientos es ir en contra de la
naturaleza de la mente.
Edúcala, enséñala y sobre todo redirige
los pensamientos de tu mente si es necesario.
Conecta con tu día a día, con
tu vida y simplemente observa, investiga dentro de ti si hay alguna
preocupación, ansiedad o tensión. Recuerda que debes observar con desapego. Eso
está ahí. Elimina expectativas buenas y malas. Deja que las cosas sucedan.
Seguro que lo harán mejor de lo que esperas y si no es así, acepta lo que venga
como parte de tu historia.
El fin es saber manejar las
preocupaciones, reorientarlas, integrarlas y disolverlas.
¿Puedes hacer algo en esa
situación? Una acción, una decisión… si debes hacerlo, decide cuándo. Si solo
es un pensamiento, algo en lo que nada podamos hacer porque sea del pasado o
del futuro donde no podemos intervenir, entonces suéltala. Libérate de todos
esos pensamientos y preocupaciones inútiles.
Ellas no van a mejorar en nada
lo que sucede fuera de ti.