Así,
con esta frase tan corta pero tan intensa, definió mi hijo la muerte cuando
tenía 9 años. Me sorprendió; es más, me sacudió. ¡Cómo un niño de tan corta
edad había podido sincretizar un concepto tan poderoso, confuso e intrigante
como es morir!.
Estamos
rodeados de ello en estos momentos. Es como si algo, que queremos evitar por
todos los medios en occidente, que incluso escondemos, retiramos y hacemos lo
indecible porque pase desapercibido… ahora se hace presente para que de alguna
forma tomemos consciencia de que es la cara de la otra moneda: la vida.
No
queremos saber nada, evitamos pensar en ello, nos parece que si sucede siempre
es de otros y que a nosotros no nos pasará o tardará tanto que aún tenemos
tiempo. ¿Tiempo?... qué hacemos con nuestros momentos, qué con nuestro ocio,
qué con nuestra vida.
Cada
vez vivir cuesta más. La generación que ahora es la encargada de renovarnos lo
tiene mal. Todo parece que pende de un hilo y que el caos ha comenzado a
instalarse en el día a día sin remedio.
No
es sencillo organizar una vida hoy; no al menos con las exigencias que tuvimos
nosotros con la nuestra. Posiblemente haya que cambiar el paradigma. Tal vez,
hay que plantearse que todo no está en poseer una vivienda, un coche y tener
vacaciones. Quizás haya que hacer un esfuerzo por vivir de una forma más
natural, menos materialista y más cercana a nuestro interior.
Estamos
muy volcados en el exterior. Lo que prima es en realidad lo que los otros ven,
cuando lo que debe importar son los valores que ahora se han puesto de
manifiesto como rescatadores de la vida.
Creo
que era una frase de San Francisco de Asís…” necesito para vivir muy poco…y de
ese poco, aún menos”.
Nos
hemos montado una vida que siempre aspira a más; a más lujo, a más dinero, a
más sexo, a más adrenalina, a más poder… a más de lo más. Y por eso, no
queremos dormir para no soñar.
La
muerte está ahí siempre y en cualquier momento. No es una amenaza, es
simplemente otra forma en la que la vida se pega a su existir. Es una realidad
que debemos integrar con tranquilidad y que debe servir para comenzar a cambiar
el orden de prioridades en nuestra lista de deseos.