Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 3 de diciembre de 2020

NADA QUE TEMER

          No tiene sentido temer, solamente hace falta consciencia y conocimiento porque eso te llevará a la aceptación de lo que no puedes cambiar y a la superación de lo que te mantiene atascado en errores del pasado, en viejos dolores o en sentimientos reprimidos.

          No hay que entablar amistad con el miedo, sino con la sabiduría interior. Lo que está bien; está bien. Lo que está mal; está mal. Y lo sabemos todos por una ley natural que existe como una brújula dentro de nosotros. 

Podemos tomar más de un lado que del otro pero lo que es seguro es que todo tiene consecuencias; todo pasa factura, todo revierte siempre. Y en esa experiencia vamos eligiendo estar más cerca de la felicidad o instalarnos en el desconcierto aunque sea mediante una aparente vida de desenfreno e intensas vivencias.

Llegamos con nada y nos iremos con nada. Antes de que eso suceda, entra dentro de ti y averigua quién es quién está detrás de la ropa; en el interior de ese esqueleto.

Pongamos una nota de humor hoy para descubrir quién eres o quién quieres ser.


 

Tres personas sentenciadas a 30 años de cárcel pueden pedir un regalo, antes de entrar a prisión.

·      Una mujer, dijo el primer preso.

·      Un teléfono, pidió el segundo.

·      Un cigarrillo, requirió el tercero

Treinta años después, el primero salió con 10 hijos, el segundo con 100.000 euros y el tercero pregunta: ¿Alguien tiene una cerilla?.

          No te quedes esperando. Entra dentro de ti para salir mejor fuera, pero hazlo siempre contigo, con lo que te dicte el corazón.

          Que el sentido de tu vida lo decidas desde la mejor forma de vivirla.

Feliz día

 

martes, 1 de diciembre de 2020

EL MENSAJE DE ESTE TIEMPO

 

Vivimos tiempos diferentes. Todo ha cambiado. Nosotros hemos cambiado. Nuestros ojos miran diferente. Nuestros oídos oyen otras cosas. Nuestra mente se ha enfocado en otros puntos y aquello que tanto occidente se ha empeñado en desterrar de la vida, aflora con su mensaje más poderoso: la transitoriedad de la existencia, su brevedad, su carácter inminentemente efímero y su inmediatez.

En cualquier momento y de cualquier forma, podemos perder la vida. Nos encontramos de pronto con la gran ocultación de estas sociedades: la muerte.

Los cementerios están lejos. No queremos mirar a un coche fúnebre que pasa a nuestro lado. Es como si tuviésemos miedo al contagio de una pandemia segura para todos.

Hace tiempo, el final de la vida… era parte de la vida. Los difuntos reposaban sus últimas horas en la propia casa. Los niños veían el cuerpo inerte. Sabían que ya no estaban. Los rituales se sucedían mientras la existencia seguía a su alrededor. Y la muerte era, así, algo natural.

Hoy en día, la muerte siempre nos parece ajena y distante. Incluso inexistente si no la padecemos de cerca. Pero el ciclo natural de la vida se ha impuesto y nos ha venido a demostrar que no es sino vida misma. Otra forma, otra dimensión, otro estado pero parte irrevocable de ella.

Hoy conmemoro la muerte de un ancestro raíz. No conocí a mis abuelos. A ninguno. Sin embargo, la presencia de mi abuela estuvo en mi vida de forma muy intensa a través de mi madre. Y quiero creer que por llevar su esencia, su misma energía vital, está en mí. En su altar de nubes desde el que me cuida y me aconseja, con esa voz interior que la intuición se encarga de aflorar en los peores momentos. Y siento cerca su halito.

Por todos aquellos que se han ido o se están yendo. Por los que constituyeron el fundamento de nuestra esencia y por quienes nos amaron incondicionalmente.

Un canto a la vida hoy a través de la otra puerta de acceso.

Por todos.


 

domingo, 29 de noviembre de 2020

¿SABES LO QUE ERES?

 

Siento y creo que en todos nosotros hay un alma pura; una energía inconmensurable que tiende al equilibrio, a la honestidad y la bondad. Sigo creyendo esto, por muchas tortas que me de la vida.

Separo el actor de la comedia y el observador del protagonista. Hemos venido a interpretar un papel; el nuestro, el de cada uno. Aquel que le es más útil al alma y a su evolución.

No lo recordamos. Olvidamos el compromiso con nosotros mismos que hemos hecho antes de experimentar esta vida. Lo olvidamos todo porque de otra forma nunca actuaríamos como lo hacemos. Nunca tendríamos la oportunidad de volver a equivocarnos, de construir sobre lo que ya fuimos o de crecer más allá de lo creemos ser.


 

Cuando alguien se comporta de forma detestable, veo al personaje. Al papel que está haciendo aún sin saberlo; veo su pasado, los dolores que lleva impresos en su ADN, lo víctima que fue de otras víctimas, quizás. Y por eso es fácil que llegue al perdón mediante la comprensión.

Conocer facilita el camino hacia la compasión, por los otros o por uno mismo. En definitiva, también somos un personaje con un papel en este escenario de la vida. Todo pasará y pasará incluso más rápido de lo que querríamos. Todo tendrá un final. Lo bueno y lo malo. Lo que interpretamos, lo que sabemos o lo que creemos saber.

En ese final, habrá recompensa. Estará esperándonos la verdad. La única de la que ya no podremos evadirnos hayamos sido como hayamos sido. Y el encuentro del actor con su director descubriremos la verdadera razón de la existencia. Y lo entenderemos entonces. Y no necesitaremos razones, ni explicaciones, ni por qués sin aclarar, ni puertas cerradas, ni habitáculos sin techo.

Entonces, nuestra alma encontrará la paz que merece y, que sin saberlo, tanto busca de miles de formas.

Entonces tú y yo seremos uno. Y todo estará explicado.