Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 11 de noviembre de 2023

UN AÑO SIN TI

 Pareciese una eternidad. 

 

La casa vacía sin ese deambular lento, pautado y silencioso que invadía todas las estancias. Sin la  mirada callada de tus ojos anaranjados. Sin el algodón de tu pelo cayendo despacio sobre las alfombras y sofás de toda la casa. Sin tu ronroneo escaso, pero delicado, rozando la  piel de mis piernas cansadas.




 

         Un año sin esperarme cuando llego, con el maullar casi imperceptible que desplegabas al parar el ascensor en la planta. Sin tu magia chispeante sobre la almohada. Sin el dormir velado sobre tu cama.

 

         Todos se fueron yendo pausadamente, como caen los copos cuando comienza a nevar. Y tú, regazo infinito de paz, seguías conmigo en el vacío inmenso de mi corazón solitario.

 

         No fue casualidad dormir tu sueño eterno el mismo día que yo nací. 

 

¡Hoy siento tanta tristeza alegre por las dos!...

 

Allá en tu cielo, con tus patitas de nácar, volverás a acercarte hasta mi para apoyar tu dulce cabeza en mi añoranza. Y dormiré contigo soñando que estás aquí, una tarde más, jugando con las bolitas de papel que, rodando por el pasillo,  salpicaban nuestra alegría. 

 

Gracias por elegir tu día, mi mismo día.

 

 

lunes, 6 de noviembre de 2023

SI AHORA ESTÁS SUFRIENDO...

 Muchos dolores en la vida hay que integrarlos porque nunca se pasan. Es inevitable sufrir. La existencia trae muchas etapas. Unas buenas, otras peores, otras imposibles…pero siempre está el cerebro atento a la supervivencia. Un cerebro que nunca se desconecta del corazón por mucho que lo intente.




 

         Hay personas, circunstancias, paisajes y escenas que nunca volverán y que si volvieran, nunca serían las mismas. Y debe ser así porque estamos programados para avanzar, para asumir los cambios, para remediar las penas, en lo posible, o para encontrar herramientas que nos ayuden a seguir.

 

         Lo que termina sucediendo con el dolor es que uno aprende a integrarlo en el día a día. Descubre cómo pasar las horas con él de fondo, cómo suavizar el escozor de las heridas e incluso llegamos a comprender el origen de su causa y a perdonar y perdonarnos por ello.

 

         El antídoto del dolor es el amor. Lo único que puede con todo es, en el fondo, el sentimiento más fuerte de la vida. Amor que no tiene que venir precisamente del exterior. Amor por nosotros/as, en primer lugar; por el resto, más tarde como ampliación infinita de lo que sentimos inmenso.

 

         Si te encuentras en una situación dolorosa, no te preocupes más de lo debido. No porque vaya a pasar pronto. No porque vaya a desaparecer con inmediatez, sino porque llegará a ser parte de ti y lo integrarás como tal diluyéndose en el conjunto de tu vida.


         No olvides que lo que hoy te hace sufrir, tal vez, en un par de años encienda en tus labios una sonrisa por la testarudez de no creer en ti y el propia dinámica de la vida, que siempre ayuda.