En
muchas ocasiones, suponemos más que sabemos. Nos alteran las apariencias y
sacamos conclusiones precipitadas que nada tienen que ver con la realidad.
Manejamos
datos que imaginamos reales o que lo han podido ser en otras ocasiones.
Enlazamos pensamientos elucubrados en base a ellos, atamos nudos que se
deshacen solos y finalmente concluimos, erróneamente, lo que nunca sucedió.
Veamos
este breve relato.
…”Cuentan
que, en un país lejano, los discípulos de una orden mística eran sometidos a
pruebas muy duras. Un día, un maestro reunió a varios de ellos y les dijo:
-Ayer,
unos aspirantes a la maestría fueron sometidos a un examen, quiero que vosotros
me deis vuestra opinión sobre quién ha sido el triunfador de la prueba, y así
podré conocer vuestra capacidad de comprensión. Acompañadme y os explicaré los
detalles.
Caminaron
juntos un trecho hasta que llegaron a un lugar donde se abrían unos pozos. El
maestro continuó hablando:
-La
prueba era muy sencilla. En cada uno de esos cinco pozos repletos de serpientes
venenosas, se encerró a los candidatos con el objetivo de que pasaran la noche
allí. Acerquémonos y veamos el resultado.
Así,
cuando se asomaron al primer pozo, observaron que sólo estaban las serpientes.
En el segundo pozo, vieron muerto al candidato rodeado de serpientes. En el
tercer pozo, observaron al candidato tranquilamente sentado en medio de todas
las serpientes muertas. En el siguiente pozo contemplaron cómo el cuarto hombre
dormía a pierna suelta al lado de una pequeña hoguera sin que hubiera ninguna
serpiente a su alrededor. Por último, en el quinto pozo, vieron cómo el
candidato se encontraba en postura de meditación y con el rostro lleno de
serenidad mientras las serpientes recorrían plácidamente su cuerpo.
-Bien
-dijo el maestro-, quiero que ahora me digáis quién es el candidato que ha
triunfado en la prueba, argumentándome vuestras conclusiones.
Después
de una pequeña deliberación en la que constataron que todos estaban de acuerdo,
un portavoz se dirigió al maestro:
-Creemos
que el ganador es el hombre que está meditando en el quinto pozo. En el
primero, parece evidente que el hombre huyó. El segundo murió envenenado por
las serpientes. El tercero hizo un acto de valor matándolas, pero sólo se
desembarazó del problema. El cuarto candidato dio muestras de inteligencia al
utilizar el fuego para que las serpientes huyeran. En cambio, el último hombre
consiguió tal control sobre sí mismo, y alcanzó tal grado de paz interior que
hasta esos peligrosos animales han demostrado mansedumbre ante él.
-Vuestras
conclusiones son producto de las apariencias y no de la realidad, mucho más
simple -dijo el maestro-. Y todo porque el punto de partida es falso: la verdad
es que las serpientes no son venenosas.
Ciertamente, el primer candidato
huyó creyéndose en peligro, el segundo murió presa de su propio miedo a morir,
el tercero mató a unos pobres animales inofensivos, el quinto realizó un
esfuerzo de concentración y control innecesarios en una situación que no lo
requería. Sólo el cuarto candidato tenía un conocimiento real: él sabía que
aquellos animales no eran en absoluto peligrosos, por eso se tumbó
tranquilamente a dormir, aunque antes prefirió encender una hoguera para
calentarse y sacar del pozo a las serpientes para estar más cómodo.”