Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 30 de marzo de 2023

DERECHO A LLORAR

 Se puede llorar de mucha maneras. Se puede llorar sin lágrimas. Incluso, me atrevería a decir que se puede llorar sin llorar.



 

Llorar parece siempre una debilidad. Nuestra cultura, y su anclaje judeocristiano, nos ha adiestrado siempre en guardar la pena, en no expresar el dolor del alma y en mostrarnos siempre dignos de admiración y no de lástima. Pero tenemos pleno derecho a sacar afuera lo que nos quema dentro, a decirlo o a callarlo, o a derrochar lágrimas donde creamos necesario.

 

Nadie es menos por transitar el dolor en su debilidad. A nadie le resta nada, de su bondad innata, equivocarse, errar o confundirse con consecuencias nefastas. Todos somos presas fáciles de la desgracia y en ella nos vemos, sin remedio, más veces de las que podemos asumir. Por eso mismo, es bueno llorar de la forma que sea.

 

Unos lloran con lágrimas invisibles en el silencio de la noche, otros lo hacen con ríos de agua salada sobre sus mejillas, algunos se encierran en la evasión de lo que más tarde le traerá nuevos duelos, pero todos consiguen, a su modo, librarse de la ansiedad que ahoga el alma.

 

Tenemos derecho a llorar, como lo tenemos a seguir adelante a pesar de todo: del miedo, del dolor, de la incertidumbre o de la desesperación ante lo inevitable. 

 

Tenemos derecho a asumir esos momentos únicos que exclusivamente podemos transitar solos más allá de las lágrimas, aunque estas sean invisibles.