El
cuerpo nunca miente. Te indica lo que no va bien haciendo hincapié en el cómo más
que en el por qué. Ése, deberás averigüarlo tu mism@.
La
relación cuerpo mente-pensamiento-emoción es más que evidente. Si pensamos cómo
reacciona nuestro cuerpo ante el miedo, la angustia o la tristeza ( recordemos
cuando estamos esperando un resultado, cuando ha ocurrido un accidente de algún
familiar, si nos sometemos a una revisión…) y muchos casos en los cuales
sentimos, rápidamente, la pulsión de esos sentimientos somatizados en el
cuerpo.
Nos
duele la cabeza, se revuelve el estómago y la barriga, la espalda nos mata y
nos empezamos a sentir fatal. De forma inmediata, también se pasa si lo que
provoca estas reacciones, que esperamos negativas, cambian su signo. Es
evidente que esta unión es inseparable.
Hay
muchas señales que nos indican que algo va mal. Hay que hacer caso a estos
signos que con frecuencia se repiten para indicarnos que efectivamente no
hacemos caso a lo que no funciona, dentro o fuera de nosotros.
Al
cuerpo le duele lo que daña a la mente, lo que angustia al pensamiento, lo que
teme el sentimiento. Por eso, es posible, de algún modo, practicar una
modificación en la forma de afrontar las desgracias, los miedos y los temores
para beneficiar al cuerpo e iniciar su curación.
Es
muy interesante saber que la influencia de los pensamientos es determinante en
la respuesta del cuerpo porque entonces podremos tomar el timón y no ir a la
deriva de una enfermedad.
La
mayoría de las veces, la enfermedad no es sino una acumulación de señales, de
alertas y de luces intermitentes que el cuerpo ha enviado al cerebro. Algo pasa,
dónde ocurre y para qué llega. De qué me está alertando o qué me está indicando
con respecto a mi comportamiento o mi sentir.
Podemos
hacer mucho por nuestra sanación.
Os
dejo una meditación que suelo ponerme muchas noches cuando creo que algo debo
revisar en mi cuerpo y en mi mente porque no estoy bien.
Espero
que os sea tan útil como a mí.