Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 3 de febrero de 2022

EL AMOR PERMANECE POR SIEMPRE

 Cuando el amor aparece, nunca se va. Da igual que no esté la persona, que las circunstancias sean otras, que incluso no queramos que suceda así. Todo es inútil para borrar del corazón lo que se imprimió con el mismo fuego del que estamos hechos.

 

Cuando el amor es verdadero, nunca desiste. Aún sin palabras, sin encuentros, sin acciones. Ahí está. Presente. Latiendo con fuerza como motor de la vida. 

 




Cuando el amor aparece, se sabe bien que es algo distinto a todo. Una sensación infinita de plenitud y dulzura, una intensa confianza en que todo es posible, un clamor profundo de autenticidad plena.

 

Cuando el amor se instala en nuestras células se confunde con nuestro cuerpo, es uno con nosotros y ya no desaparece nunca. Con tan solo una vez que se  haya amado es suficiente. Ahí quedará impregnando cada segundo de la existencia.

 

Cuando el amor permanece, lo hace sin ti y a  favor o a pesar del otro. Lo hace porque está hecho de fusión, de cooperación íntima, de solidaridad infinita. Lo hace porque es lo único por lo que existe: convertir en su misma esencia todo lo que toca.

 

Cuando sientas el amor en ti, no te preocupes, no escapará nunca. Ahí seguirá por siempre. Esperándote. 

 

Regresa a él cuando quieras. No hace falta nadie más. La persona ha podido irse. Él no.

lunes, 31 de enero de 2022

AUNQUE NO HUBIESE NADA

 Aunque con certeza no hubiese nada, yo seguiría creyendo. 

 

No puede crecer la esperanza sin fe. No puede dejar al corazón tranquilo el vacío.

 

A veces, he debatido sobre este tema largo y tendido. He reflexionado sobre la conveniencia del temeroso de que no haya algún mundo diferente tras el paso de una vida a otra. 

 

Si no existe nada, tampoco se ha de temer nada. No hay gloria pero tampoco infierno y a determinadas conciencias les beneficia.

 

Pero la verdadera condena, si uno no cree, pasa en esta vida. No hay certezas, sin duda. No hay evidencias. No hay signos de nada de nada. Solo el silencio y la ausencia se descuelga de los recuerdos del que marcha. Por eso mismo necesitamos creer.




 

Si creemos, ya estamos salvados aquí mismo. El desasosiego se calma. La necesidad de no haber perdido a los seres queridos se satisface por si misma. La confianza en seguir protegidos por aquello que sea en lo que creamos, se deja sentir como un bálsamo suave repleto de sensaciones cálidas.

 

A veces, uno no tiene nada más que la fe, pero es bastante si esta te acompaña porque pase lo que pase fuera, dentro de ti todo estará bien.