Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 3 de junio de 2020

CUANDO TODO ES EXTRAÑO



A veces, nos pasan cosas; inesperadas como todas las sorpresas, y que nos instalan en un entorno extraño que no es el de siempre.

Nos sentimos diferentes. Las rutinas se han ido, las presencias no están, las palabras se han convertido en silencios y hasta la casa huele diferente.




Cambia la vida; y es que la vida siempre cambia. A veces lentamente; otras de golpe. Pero nunca están nuestros pies en el mismo lugar.

Estamos muy apegados a “lo nuestro”, “lo de siempre”, lo que nos hace sentirnos seguros. Lo cierto es que uno, con los años, se va dando cuenta de que la vida está dónde está tu alma y la de los que amas. Y que en realidad, el sentido a las cosas se lo dan las personas, los afectos, las sintonías y las bondades. Con este equipaje podemos ir a todos los lugares y sentir que el hogar va con nosotros.

También es cierto que, muchas veces, nos esperan experiencias nuevas por vivir; gente magnífica por conocer o todo lo contrario. De cualquier forma, si sabemos conectar con nuestro interior y sentir paz en medio de la tormenta lograremos que ningún sitio sea extraño y que el propio nunca se convierta en ello.

Muchas personas, en estos momentos, han perdido seres queridos. Estamos en un tiempo raro. Mucho dolor concentrado en un mundo lleno de sin razones; muchas situaciones nuevas en las que los afectos perdidos convierten en indeseables.

Solo queda esperar. 

Esperar a que el tiempo vaya calmando el alma. Esperar a que todo se asiente y los posos de los recuerdos hagan sedimentos en nuestro fondo.  

Esperar a que la vida entre de puntillas por las rendijas de luz que quedan bajo las puertas que hemos cerrado.

Esperar a recomponer las ilusiones o, al menos, a convivir con el dolor trasmutado en sensaciones de bienestar de los buenos recuerdos que el pasado nos regale.

Esperar con paciencia a que todo cambie de nuevo.

Esperar con esperanza en la intención y no con la derrota en las manos.

Esperar con suavidad que la calma llegue…

domingo, 31 de mayo de 2020

CRISTALES ROTOS



Hay una frase o refrán en castellano que dice: “No todos los ojos lloran al mismo tiempo”. Cierto. Lo que está sucediendo a los de enfrente, y que a ti te libera pensar que no es tuyo, alguna vez lo vivirás más tarde. Sufrirás de la misma forma o de otra, pero lo harás.




          La vida, sin embargo, es la gran compensadora de la existencia. Hay experiencias horribles que se salpican de otras exquisitas.

 Posiblemente, apreciemos que no es igual para todos. Parece que hay gente que sufre más. Que le ha tocado lidiar con problemas peores y más intensos. Que, en realidad, han venido a sufrir.

          Muchas veces, los problemas toman las dimensiones que nuestra mente quiera darles. Siempre hay algo bueno en lo malo y al contrario. Nada es perfecto, ni definitivo, ni inamovible. 

Sentimos una falsa seguridad cuando creemos que nuestra vida “ marcha bien” porque nada se mueve en ella, porque ayer fue igual que hoy ( aunque sea igual de malo), porque hemos visto a la misma gente, comido lo que solemos y repetido nuestras rutinas.

El cambio, que tanto tememos, se producirá en algún momento y es mejor estar preparados. No quiere decir que vivamos ansiosos ante lo que ha de venir, pero si vemos cristales rotos sobre nuestro suelo no hagamos un drama. Limitémonos a recogerlos y procuremos no cortarnos con ellos. Eso será suficiente para preservarnos de sentimientos de angustia, sufrimiento y depresión.

Nos ayudará no excedernos en las expectativas que tenemos con la gente de nuestro alrededor. Esto incluye a todos. 

Nos ayudará, también, saber gestionar nuestro mundo emocional con suavidad. Sin demasiadas estridencias ni cuando somos muy felices ni cuando somos excesivamente desgraciados.

Una actitud templada ante la vida será nuestra mejor compañera, aunque se haya roto el espejo en el que más nos mirábamos.

 No importa. 

No pasa nada.