Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 11 de mayo de 2017

¿A QUÉ OJOS QUIERES MIRAR TÚ?



Cuando tengo un poquito de tiempo escucho audios. Lo puedo hacer mientras cocino, limpio y organizo la casa. Me reconforta mucho. Aprendo, me emociona y quedo preparada para tomar notas en otros momentos que esté más desocupada.

Ayer por la tarde tuve ocasión de tener un rato tranquilo. 

Mientras otros miraban la televisión me coloqué los cascos y comencé a escuchar podcasts de RNE. Me gustan particularmente los de Alejandra Vallejo Nájera. 

El contenido de la charla, en este caso, versaba sobre el momento de la muerte y cómo ayudar a morir. El tema no es cosa sencilla y sin embargo, es cosa segura.

A lo largo de los 22 minutos que dura, en una de las intervenciones de esta terapeuta, reveló una experiencia personal con relación al momento de morir de una persona a la que estaba acompañando. No estaba consciente y sin embargo, en un momento determinado, giró su cabeza, abrió los ojos, la miró y le dijo adiós.

Ella, a partir de entonces, se preguntó que ojos serían los que querría mirar en ese preciso instante.

No es una cuestión que deba responderse rápidamente. Me gustaría que todos los lectores lo pensasen: …¿Qué ojos querría ver yo, por última vez, antes de iniciar la ida hacia un nuevo estado?.

Hay que pensarlo bien. Hay que sentirlo aún mejor. 

En realidad, toda la vida es un camino hacia la muerte. Cada segundo que pasa es único. Nunca volveremos a vivirlo. Regalar tiempo se convierte así en el mejor de los presentes.

Hay muchas personas que pasan por nuestra vida. Familiares a los que adoramos, otros que a pesar de llevar parte de nuestra sangre no son tan afines, amigos del alma, conocidos de circunstancia, amores eternos, pasiones ocasionales y tanta gente que coincide en el mismo punto o en el mismo escenario. Pero no todos quedan dentro para siempre, aunque cada uno aporte un puñadito de sabiduría a nuestro propio conocimiento.

Por eso, hoy te digo: …”Qué ojos quieres que te acompañen cuando te despidas?.

Piénsalo. Házselo saber. 

Nos dejará en profunda tranquilidad.

miércoles, 10 de mayo de 2017

ME ENCUENTRO…DONDE ME PIERDO



De vez en cuando, me pierdo. 


De vez en cuando, trato de cambiar la ruta para perderme.


De vez en cuando, solo cuando me pierdo me encuentro.

De vez en cuando, me busco sin cesar y no logro encontrarme.


De vez en cuando, miro debajo de la cama para ver si estoy.

Miro aquí, allá, por encima de las penas, al lado de la esperanza, sobre la tristeza…

Miro tras la puerta y por debajo de la mesa,


por si me hubiese caído sin darme cuenta y rodado hasta un punto invisible.


Miro dentro de tus ojos y por encima de tu pelo


por si estuviese  enredada entre el cabello y no se me viera.


De vez en cuando, abro un libro y me busco en sus páginas…y me


 encuentro. Allí, acurrucada bajo las letras, arropada con silencios, 


detenida en comas y puntos que siempre son suspensivos.


De vez en cuando, miro entre las hojas de una planta y también 

estoy; allí envuelta en el olor a hierba fresca, llena de rocío, entre su clorofila dulce y olorosa.


De vez en cuando, subo al arco iris y me descubro jugando con el 


azul cielo, como una niña pequeña alegre y juguetona, esperando 

encontrarte en el verde de tus ojos o en el blanco de tu sonrisa.

De vez en cuando, me pierdo y tengo que buscarme dentro de todo aquello que hace tiempo me gustaba y me llama desde su centro para olvidarme del tiempo.


De vez en cuando,

 todos me buscan y solo yo me encuentro.

martes, 9 de mayo de 2017

HOY ME CONFIESO...



Hoy he matado un ser vivo. Siento en el alma lo fuerte que resulta leerlo. Me sentí fatal cuando un impulso repentino de autodefensa estúpida me llevó a dejar caer un papel, y la fuerza de mi mano, sobre aquel pobre animalito.


Me avisaron que se presentaría ante mí. Así, con su inocencia tranquila caminando rápido sobre unas hojas de lechuga.

 Aquí se llaman “cortapicos” porque tienen una tijeritas en su cola con la que van abriéndose paso cortando el aire y meneando salerosas sus patitas laterales.


Desenvolví el vegetal y lo puse en agua. De pronto, el animalito saltó sobre la encimera de mi cocina y sin pensarlo le asesté un breve golpe que acabó con su vida. Al instante me pregunté el por qué. No representaba ninguna amenaza para mí, ni tampoco había desarrollado ninguna alerta de ataque. Era tan indefenso y breve que no podía representar ningún peligro.


Me asusté sin razón y acabé con su vida. Lo siento en lo más profundo de mí ser por mucho que algunos de lo que estén leyendo esto les parezca una tontería. Pero no lo es.


Todos formamos parte de todo. Él era parte de mí y yo de él o al menos, participamos de lo mismo en lo mismo.


Cada vez me supone más pensar las consecuencias nefastas del miedo. Miedos irracionales, ancestarles, de costumbre, de la infancia, de siempre.


Miedos que no tienen sentido y a los que concedemos mucha importancia. Se vuelven monstruos que actúan por su cuenta y nos utilizan como marionetas a su antojo.


No fui yo. No fue mi yo amoroso. No fue ni siquiera mi yo en alerta. Fue ese miedo espontáneo y automático  quien no me dio tiempo a sacar al animalito de mi casa con una sonrisa pensando que con esa acción, seguiría viviendo.


Me advirtieron que saldría de aquella lechuga…y aún así no pude dejar de reaccionar con el hábito arraigado de ejercer nuestra fuerza sobre lo indefenso.


Me sentí fatal.


Me servirá para poner freno a la impulsividad. Estoy segura. 


Ha costado una vida. 






domingo, 7 de mayo de 2017

DOMINGOS LITERARIOS : VIAJE A ÍTACA



 


DOMINGO ANTERIOR

.-¡Bastardo! Lo pagarás muy caro. Tu teléfono está localizado. La policía está justamente a tu lado.-

Esto descolocó al malvado asesino que instintivamente comenzó a mirar a su alrededor quitando el pie de la cara de la mujer china. Aprovechando el descuido, Shwa se agarró a uno de sus pies y le desequilibró tirándole al suelo. La pistola quedó lejos, cerca de los pies de un niño de una edad parecida al suyo.

Inmediatamente, el pequeño intentó cogerla.

.-¡No!, no lo hagas. – Mientras tanto, era ella la que ahora posaba su tacón en la parte baja del vientre de Steven.

El niño los miraba sorprendido. Volvía los ojos a la pistola que estaba al lado de sus pies mientras una voz, a lo lejos le llamaba.
.-¡ Robert!, ¿dónde estás?. Robert!...

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El pequeño cogió lo que parecía un juguete del suelo. Swa palideció de inmediato.

.-¿Esto es tuyo?.- mientras decía esto sostenía la pistola por el cañón de salida.  Con la otra mano, comenzó a manipular el hueco que sostenía entre los dedos. El nerviosismo de la mujer china hizo que cediese la presión que estaba haciendo con su tacón sobre los genitales de aquel envilecido personaje. Steven aprovechó la ocasión para encaramarse a su pierna y tirarla al suelo, a su lado.


La gente se había arremolinado  en torno a esta escena dantesca. Nadie se atrevía a intervenir.

Owen, desesperado en las dependencias policiales, intentaba recomponer la historia en la que se veía envuelto desde su infancia. No había otro camino. Era necesario que lo supieran en su totalidad. Aquella venganza que siempre había soñado en solitario carecía de sentido ante la presencia de Swa. 


Ella se había visto envuelta en un tremendo enredo sin pretenderlo y ahora estaba pagando una factura que no le correspondía.


Alertó de las coordenadas del móvil de Steven y relató, aceleradamente, de qué forma habían llegado a aquel punto.
Su amigo, el inspector, estaba presente.


.-Mi querido Owen, llevo años intentando que dieses este paso. Ahora podremos detener a los que  hicieron tanto daño. Tendrás que ayudarnos a meter en la cárcel a ese traidor que te ha engañado tantas veces.


.- Es el momento. – respondió Owen. –Ella no tiene que esperar mi venganza y poner en peligro su vida.


.- Tenemos todo el tiempo por delante, amigo. No te preocupes, la rescatarán de inmediato.- le cogió por el hombro y acercó el suyo al del doctor.


-       Vamos tomaremos un café y comenzaremos una larga charla. – Owen sometido y sumiso se acercó a su antiguo compañero de escuela y dejó su mente viajar en el cuarto oscuro de su memoria.


La madre del niño le llamó con la mayor calma de la que fue capaz.


.-¡Robert dame ese juguete!.- El pequeño la miraba sonriente y burlón. Parecía gustarle el hecho de haberse convertido en el centro de una película de acción. Estaba orgulloso de haber cogido aquel artefacto que se parecía a los juguetes de su casa. 


Swa permanecía en el suelo inconsciente. Su cabeza había rebotado sobre él varias veces. Steven intentó incorporarse con la intención de escapar. No podía imaginarse que fuese tan difícil lo que pretendía.


La madre de aquel niño delgado y tembloroso se acercó lentamente hasta él.


.-¡No vengas mami!. Mataré al malo.-Entre tanto las sirenas de la policía se acercaban intercambiado los sonidos de peligro que resonaban con impaciencia.

De pronto, se oyó un disparo seco y sordo al que siguieron unos estrepitosos chillidos desgarradores (…)