Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 27 de marzo de 2021

EN EL CORAZÓN DE LAS PALABRAS

 

TERMINARON

Terminaron los días de bullicio

Terminó el alegre despertar

sobre tus dulces manos.

Terminó, la primavera y el verano

Dejando sobre la noche

Amargos silencios de hielo helado.

 

Terminaron y terminaron!!

El amor inmenso

Y el dolor que duele

Sin tiempo ni reparo.

Terminó el amanecer

que oscuro, ahora alumbra

al mirlo y al acanto.

  

Terminó la escucha,

el silencio y el llanto.

Terminó la risa,

Terminó el enfado.

 

Terminó la lucha,

La batalla y el manto.

Terminaron las ilusiones

Las decepciones y el desencanto.

 

Terminaron y terminaron!!

Aquello ojos tiernos

Que seguían mi rastro

Llorando y llorando, tanto.

 

Terminaron los proyectos.

Las ilusiones y el teatro.

Se acabó todo en un instante

Cerraste el telón del último acto.

 

Terminaron, la cobardía,

La rabia y mis pasos.

Terminó todo,

Todo terminó a tu lado!.

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Poemario: "Heredera de ti"

                  

 

 

 

jueves, 25 de marzo de 2021

CON LOS OJOS DE OTRO

 

Es difícil, por mucho que lo digamos o incluso lo intentemos, mirar con las creencias, la biografía y los pensamientos de otra persona.

Cuando decimos…” me pongo en tu lugar” solamente es un acto de buena fe. Podemos tener la intención de comprender al otro (lo digo en masculino pero incluyo y expando esa referencia al género femenino, como no podría ser de otro modo).

 Podemos querer entenderlo. Podemos sentir dolor o pena por ello. Podemos intentar ponernos en sus zapatos, pero es prácticamente imposible.


 

La realidad de cada uno la vive, cada cual en solitario. En verdad, el mundo y la vida pasa dentro de nosotros, como unidades individuales que comparten su tiempo a trocitos con los demás. Pero lo que sentimos, arrastramos o anhelamos es total e intransferiblemente nuestro.

No podemos ver “con los ojos de otro”, ni sentir con su corazón. No podemos vivir su dolor ni disfrutar su alegría. Podemos contemplarlo desde fuera y responder, desde nuestro mundo personalísimo y unívoco, ante lo que le suceda.

A veces, con acompañar es suficiente. Otras, simplemente una escucha activa permite sintonizar en la misma frecuencia, sabiendo que cada uno oirá la misma pieza con su peculiar modo de interpretar el mundo y la vida.

No es un mensaje catastrofista el que traigo hoy, porque nada hay más hermoso que la otra persona se sienta acompañada y escuchada e incluso que note nuestra mano tendida. Simplemente, quiero expresar la unicidad que somos y la imposibilidad real de meternos en el mundo que vive otra persona.

Podemos mostrarnos como seres amorosos derrochando voluntades bondadosas de proyectar nuestra luz, nuestros buenos deseos y sentimientos puros sobre quienes nos importan y sobre el propio mundo.

Creo que no es pequeña tarea.

Intentémoslo. El beneficio se sentirá sin ninguna duda.

 

lunes, 22 de marzo de 2021

NUESTRO DIÁLOGO INTERIOR

 

Nuestra mente nunca para. Constantemente, dialogamos con nosotros mismos o tal vez sea un soliloquio, muchas veces improductivo, otras agobiante y, la mayoría, desquiciante.

          Nos criticamos, nos juzgamos y condenamos. Pensamos en nosotros, en lo que hemos hecho y dejado de hacer, en lo que nos hacen y en lo que ni siquiera sabemos e imaginamos que ha sucedido o irá a suceder.

          El pasado nos aprisiona, el futuro nos angustia y conjugamos un presente en el que las situaciones, sean como sean, que nos acompañan las vemos aún peor.

          Casi nunca aparece en nuestras conversaciones internas un “yo” entusiasta que nos anime y nos de fuerzas para seguir. Un protector amigo con el cual nos encontrásemos genial. 


 

No nos damos cuenta que somos los únicos que estaremos con nosotros mismos toda la vida. El resto la compartimos a trocitos, con unos y con otros. Por eso, es imprescindible que seamos amables, suaves y delicados cuando nos sometemos a juicio.

          Imagínate la persona más amable, cariñosa y confiable que puedas desear a tu lado. Transfiérela a ti. Entonces puedes iniciar esas conversación con el “tú mismo espejo” y dejarte aconsejar, acariciar y suavizar por esta creación.

Os dejo un brevísimo cuento oriental que alude a la necesidad de entendernos y yo añadiría, a la imperiosa y prioritaria inmediatez de acompañarnos con suavidad, atendernos con decisión y aportarnos seguridad, desde nuestro “yo” más amable.

Veamos:

“Un maestro y su discípulo caminaban por un prado. En su paseo Iban oyendo las voces de distintas criaturas: el mugido de las vacas, el trinar de los pájaros, el balar de las ovejas, el relinchar de las caballerías. . .

-Si tan sólo pudiera comprender un instante lo que dicen -dijo en un suspiro el discípulo refiriéndose a los animales.

Mucho más importante para ti sería si tan sólo pudieras comprender un instante la verdadera esencia y significado de lo que tú mismo dices -respondió el maestro.”