Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 12 de junio de 2020

DESAPEGO: EL ARTE DE LA LIBERTAD



Nos sentimos atados a muchas cosas pero éstas no siempre son físicas ni materiales. Estamos atados a ideas, creencias, prejuicios y sentimientos enquistados que nos alejan de la libertad. Nos someten, nos abruman e impiden que la vida sea serena y armoniosa.

          Os dejo este conocido cuento que lo dice todo al respecto.

Reflexionemos qué es lo que tenemos que soltar…poco a poco o de golpe.


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“Dos jóvenes monjes fueron enviados a visitar un monasterio cercano. Ambos vivían en su propio monasterio desde niños y nunca habían salido de él. Su mentor espiritual no cesaba de hacerles advertencias sobre los peligros del mundo exterior y lo cautos que debían ser durante el camino.
Especialmente incidía en lo peligrosas que eran las mujeres para unos monjes sin experiencia:
-Si veis una mujer, apartaos rápidamente de ella. Todas son una tentación muy grande. No debéis acercaros a ellas, ni mucho menos hablar, por descontado, por nada del mundo se os ocurra tocarlas. Ambos jóvenes aseguraron obedecer las advertencias recibidas, y con la excitación que supone una experiencia nueva se pusieron en marcha. Pero a las pocas horas, ya punto de vadear un río, escucharon una voz de mujer que se quejaba lastimosamente detrás de unos arbustos. Uno de ellos hizo ademán de acercarse.
-Ni se te ocurra -le atajó el otro-. ¿No te acuerdas de lo que nos dijo nuestro mentor?
-Sí, me acuerdo; pero voy a ver si esa persona necesita ayuda -contestó su compañero,
Dicho esto, se dirigió hacia donde provenían los quejidos y vio a una mujer herida y desnuda.
-Por favor, socorredme, unos bandidos me han asaltado, robándome incluso las ropas. Yo sola no tengo fuerzas para cruzar el río y llegar hasta donde vive mi familia.
El muchacho, ante el estupor de su compañero, cogió a la mujer herida en brazos y, cruzando la corriente, la llevó hasta su casa situada cerca de la orilla. Allí, los familiares atendieron a la asaltada y mostraron el mayor agradecimiento al monje, que poco después reemprendió el camino regresando junto a su compañero.
-¡Dios mío! No sólo has visto a esa mujer desnuda, sino que además la has tomado en brazos.
-Así era recriminado una y otra vez por su acompañante. Pasaron las horas, y el otro no dejaba de recordarle lo sucedido.
-Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Vas a cargar con un gran pecado!
El joven monje se paró delante de su compañero y le dijo:
-Yo solté a la mujer al cruzar el río, pero tú todavía la llevas encima.”




martes, 9 de junio de 2020

EL DÍA EN QUE TODO CAMBIE...



Caen las horas del día como si del péndulo cayesen

 motas de polvo olvidadas en su vaivén,

Y esperamos, minuto a minuto,  que todo cambie.

Qué cambie la forma de comenzar las mañanas,

Qué cambien las gentes que están a nuestro alrededor,



Qué cambie la suerte que parece que nos acompaña

Qué cambie el aire que al salir nos apuñala.

Esperamos que las sonrisas se desgranen a nuestro paso,

Que los sueños se cumplan sin retraso,

Que lo que anhelamos venga ya,

O que lo que tenemos no marche nunca, ni haya ocaso.

Esperamos quietos sin que nada cambie

O sin cambiar ni uno solo paso de nuestros pasos.

Esperando esperamos que llegue el mañana

Que sin saberlo está llegando

Porque no hay noche oscura sin día iluminado.

Porque temo no tener tiempo de perderlo

Sin darme cuenta, pensando.

No hay futuro, no hay pasado,

Que todo está en el ahora, niño

Y tú te estás retrasando.



domingo, 7 de junio de 2020

EL EFECTO ILUSIÓN

Todos estamos sometidos al efecto ilusión. Daniel Kahneman, en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” (premio Nobel de Economía), alude a este efecto del que nadie nos libramos.

Establece dos sistemas de pensamiento cerebral. El sistema 1 y el sistema 2. Para el S1 atribuye funciones automáticas más ligadas a nuestro instinto e intuición; destrezas innatas que compartimos con los animales ( por eso se me ocurre ubicarlo en el cerebro reptiliano, en la amígdala y en la zona límbica más emotiva que racional; como al dos en el área prefrontal y el neocortex). 

Nacemos preparados para percibir el mundo que nos rodea, reconocer objetos, orientar la atención, evitar pérdidas… (pág. 36). 

El S1 ha aprendido a realizar asociaciones entre las ideas y ha adquirido habilidades como interpretar y entender matices en situaciones sociales. Pero necesita del S2 al que se le atribuye la atención voluntaria, la racionalización inquisitiva, la capacidad de cuestionar los automatismos y de poner orden racional al impulsivo S1.

El autor hace un exhaustivo  y complejo análisis sobre muchos aspectos que influyen en la elección, en la toma de decisiones o en la inclinación a dirigir la oportunidad a nuestro favor.

Uno de los aspectos que trata es el de la ilusión, tan gráficamente explicada con el ejemplo de Müller_Lyer que aquí os dejo:



Efectivamente, a simple vista, nuestro S1 nos engaña. Rápidamente, diríamos que la longitud mayor se aloja en la segunda imagen de la flecha inversa, cuando en realidad son iguales. Lo que nos indica que no podemos confiar en nuestras ilusiones visuales. O sea, no podemos confiar en lo que vemos. ( pág. 284).

Este ejemplo es inmejorable cuando se trata de las relaciones sociales, de selección en el liderazgo o de toma de decisiones influenciadas por el sistema meramente visual.

Las personas respondemos con comportamientos de acercamiento o alejamiento al placer o al displacer; al afecto o al rechazo; a lo cómodo o a lo difícil; a lo conocido o a lo diferente.
Si queremos que nuestro S1 no nos engañe, debemos recurrir a una selección en las pautas de comportamiento del otro/a, a observar y no absorber, a cuestionar los impulsos y a ralentizar los juicios. Porque es muy fácil equivocarse cuando la emoción inunda la razón; al igual que es muy sencillo demonizar cuando la opinión no se basa en los datos reales.

Recuerda las flechas. Son de idéntica longitud. Párate a observar la realidad. Frena los impulsos automáticos al responder y emplea los sesgos de la lógica aplicada a las acciones, a los datos, a las medidas.

Lo que pretendemos con esto es no confundirnos con lo que vemos. Porque todos sabemos que a simple vista, uno se equivoca mucho.

Por eso mismo.