Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 22 de octubre de 2021

CUANDO SABES LO QUE PASA

Muchas veces, y siempre con situaciones fatales, sabes lo que sucede sin palabras. Ni siquiera es necesario decir nada. A veces, basta la mirada, un suspiro, algo raro en el ambiente que nos da noticias de lo que se acerca.

Lo inevitable es lo que se impone a pesar de que queramos retrasarlo, impedirlo o no verlo creyendo que así desaparece.

Mirar de frente una ruptura, una marcha, una muerte…algo que se aleja, aparta o se va para siempre, es muy duro. Y lo es porque nunca pensamos que todo lo comienza termina irremediablemente. No creemos que seremos nosotros los próximos en sufrir la devastación de las ausencias, los desamores o el adiós definitivo de quien ya no volverá jamás.


 

Cuando la vida transcurre día a día, nos parece que ese suceder rutinario está garantizado para siempre. Que las desgracias les suceden a otros y que nosotros estamos al margen de la inexorable espada de Damocles.

Saber lo que pasa no nos protege. Nuestro cerebro, y su afán de supervivencia, niega todo aquello que pretenda tumbar su equilibrio. Y ve pero obvia. Escucha pero elude. Siente pero anula. Y muchas veces, cuanto más claro lo vemos más cerramos los ojos del discernimiento porque es como acercarse al fuego que ha de convertirse en nuestra pira.

El peso de la verdad cada vez se hace más obvio y la vida, siempre tan certera en su forma de reconducirnos, se encarga de darnos el empujón que necesitamos para abrir los ojos a la realidad.

Lo que no hay que olvidar es que la vida siempre lo hace de una forma muy distinta a si de nosotros dependiese.

Posiblemente nos convenga hacer caso a lo que vemos y decidir antes. Por si acaso.

 

martes, 19 de octubre de 2021

CUANDO PARECE QUE NO VES

 

          Cuando tú no ves o lo parece, es importante que al menos te vean.

 

Muchas son las veces que no “vemos” absolutamente absortos en lo que creemos ver. Visionamos paisajes que sólo están en nuestra mente, nos engañamos pensando que son verdaderos y si algún elemento de ellos no encaja tratamos de evitarlo para que no nos lleve frente al espejo de la verdad.

 

Cuando no eres capaz de “ver”, al menos deberías estar atento a “que te vean”; que no topen contigo, que te aprecien iluminado para evitar los choques.

 

Es bueno, también, saber presentarnos como videntes por muy ciegos que estemos, de esta forma el que está delante evitará cometer abusos de poder por tener una situación privilegiada ante nuestra ceguera.


 

 

Veamos este breve texto:

 

“…Un hombre caminaba apresuradamente por la noche cuando al doblar una esquina tropezó con otro que se alumbraba con un farol.

En el momento de ir a increparlo, se dio cuenta de que era ciego.

-¿Para qué demonios vas con un farol si eres incapaz de ver nada? -preguntó el hombre apresurado.

-¡Para que puedan verme y no tropiecen conmigo los tontos como tú! -replicó el ciego…”

 

Sin duda, debemos protegernos de la debilidad que puedan ver otros en nosotros. Cuidarnos pasa por no dar oportunidad a la manipulación a la que mucha gente está tentada, cuando quien tiene delante parece ineficiente en algún sentido.

Lleva tu propio farol; veas o no.