He
llegado a la conclusión de que debemos incluir los errores como parte de los
logros, de los avances, de los progresos cuando han significado aprendizaje
vivenciado y no solamente, dolor sufrido.
Estamos
en el punto que estamos, por ellos. Somos diferentes, por ellos. Hemos
modificado nuestro ADN emocional, por ellos.
En
muchas ocasiones dan mucho pesar. Uno se siente culpable de su propia tontería,
de su analfabetismo analítico, de su inmensa benevolencia con el dolor que
dejamos que nos causen desde fuera. A veces, los errores son una elección casi
consciente; otras son el resultado de calibrar mal, de medir poco, de mirar
menos.
Vamos
muy deprisa viviendo emociones. Cabalgamos sobre lo que intuimos y no hacemos
caso a lo que percibimos con ese sentido no concreto que nos dice lo que va mal
sin hablar.
Posiblemente
no podemos hacer nada para repararlo. A veces, muchas veces, no hay vuelta
atrás. Es como si hubiésemos hundido nuestro pie en un montón de nieve blanca y
dejásemos nuestra huella oscura en ella. ¿Cómo devolverle su virginal
color?¿Cómo reparar el hueco que absorbe la grotesca textura en la fina piel de
lo blanco?.
Sólo
si los errores sirven para transformarnos, para ser otros experimentando, para
entender y descifrar emociones descontroladas o clarificar sentimientos que nos
sabotean, se pueden convertir en un logro, en una huella de profunda
apreciación, de agradecimiento, de libertad.
Este
momento de la claridad dentro de ti, no es para evadirte, es para ponerte
delante de tu espejo interno y ver que los sentimientos limpios están ahí,
esperándote y que en la prisa, en el “hacer y hacer”, pasan desapercibidos.
Construir
sobre el error te permite creer más en ti, saber que puedes superar el fracaso
siendo uno mismo y remontar la fluctuación a la que situaciones externas te han
sometido.
Honesto
con aquello que quieres en tu vida; ver hacia dónde quieres llegar. Avanzar
sobre el dolor y la tristeza, con ellos de la mano. No rechazando, no
reprimiendo, sino disolviendo en el interior.
No
se trata de pensar tanto. No se trata de devaluarte como castigo a lo que no
supiste hacer mejor. Necesitas entender más profundamente. No solo pensar que
si las cosas no salen como me gustaría eso es un fracaso, sino qué puedes
desarrollar para ver el beneficio detrás de todo lo que es incómodo. Y crecer
con ello. Y sentirte más fuerte.
Ahí
en el silencio, en lo profundo de la caja de creencias y límites que te pones,
te darás cuenta de que está situación quebrada te ha hecho progresar.
No
hay avance sin error.