Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 4 de julio de 2020

SOBRE LAS OLAS DE TUS MANOS



Tu presente, tu pasado

Lo vivido, lo olvidado,

Las sonrisas y lo llorado

Lo que añoro y lo que aparto.

La blanca espuma del mar varado.



Los sueños blancos y los raptados.

Las promesas silenciadas

Y los deseos congelados

La esperanza en los poros 

De mi piel, caramelo dorado,

En la noche oscura

De un absurdo pasado.

Lo que veo en ti

lo estaba esperando

tarde o temprano

más alto o más bajo,

tu susurro sobre mi alma

trayendo gloria a mis manos.

En la noche larga

De mis recuerdos mundanos,

En la vida corta

De mi presente cansado.

Quiero amanecer siempre

En un mar sin sargazos

Flotando serena y libre

Sobre la espuma de tus brazos.



jueves, 2 de julio de 2020

MISIÓN IMPOSIBLE



Hay empeños que son vanos. Creemos en ellos porque eso nos da bienestar. Porque nos asegura la felicidad que nos hemos prometido a nosotros mismos o porque, simplemente, no queremos derrotas en nuestra vida.

Escuché una conferencia sobre la niñez y la importancia de los afectos en ella, ayer.


“Las personas cambian”. Esta aseveración tan controvertida tiene su respuesta en la infancia. En los modelos de conducta vistos de cerca, en las ausencias y falta de cariño, en lo extremo de las situaciones que tienen que vencerse. Y en el miedo invisible que cala en las entrañas  del niño, manifestándose después de formas muy distintas en adultos disfuncionales.

Las personas nos adaptamos, recomponemos estrategias de conducta, superamos, como podemos, traumas enquistados y salimos a flote con diferentes apoyos que el mundo nos va poniendo a nuestro lado. Pero la niñez marca mucho. Negarlo es estúpido o responde a un afán por no querer ver lo que uno es y cómo se comporta.

Hay personas camaleónicas que parecen siempre estar bien. Que se acomodan al terreno que pisan para ser uno más o, mejor dicho, para ser el más. Es una buena estrategia para triunfar socialmente pero tiene el peligro de esconder tanto lo que somos y cómo somos que nunca nos reconozcamos, ni responsabilicemos, ni nos compadezcamos, ni asumamos ninguna acción indebida por catastrófica que ésta sea.

Pensar que podemos cambiar es una ilusión de la mente. Nadie cambia.

 No cambiamos la estructura profunda de la conducta, el esqueleto del edificio que se forjó bajo presiones, faltas de respeto, anulaciones, ninguneos o maltratos del tipo que sean. 

No cambiamos los pilares del muro pantalla que en el momento de construir nuestra conciencia transmitieron, o no, resistencia para soportar sanamente el peso de los fracasos y errores en el corazón.

Por eso, es tan importante cuidar la niñez. Tan importante saber que el niño que fuiste es el adulto con el que te encuentras, del cual tal vez estés orgulloso porque sigues sin poder o querer ver las carencias que vienen de tan lejos y el daño que causan a su paso.

          Hay personas que solamente marcan líneas rojas en la arena y de un soplo las eliminan sin atender a los afectos, a los compromisos o a los profundos dictados del corazón. Con el tiempo, todo eso pasa factura y termina pesando demasiado.

Solamente el amor sana. Lo peor es, quizás, que ni éste se sabe apreciar cuando no se conoce.


lunes, 29 de junio de 2020

LO QUE TE ESPERA EN LOS SUEÑOS



A veces, la mejor forma de crear espacios de felicidad, es soñar. Soñar despiertos o dormidos, es igual.

Los sueños recrean lo que deseamos o reconstruyen lo que tememos. Nos liberan de cualquier forma porque al despertar o tenemos un maravilloso sabor dulce con el que querríamos seguir o, por el contrario, uno amargo por el cual nos hemos alegrado de abrir los ojos.




En general, saber soñar despiertos nos enlaza con la meditación, las visualizaciones y ese entrar dentro de cada uno para sentir que hay respuestas, que hay posibilidades, que hay caminos por descubrir que nos esperan.

Comparto este breve cuento al respecto.


“En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades.

...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol, cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.

Cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos.

Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles.

Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.

Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña, dormido o despierto, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta.

Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez  cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos,  evolucionamos... Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.

Nada hay que temer, una sabiduría interior las acompaña... porque  cada semilla sabe... cómo llegar a ser árbol...”

(J. Bucay)