Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 2 de julio de 2020

MISIÓN IMPOSIBLE



Hay empeños que son vanos. Creemos en ellos porque eso nos da bienestar. Porque nos asegura la felicidad que nos hemos prometido a nosotros mismos o porque, simplemente, no queremos derrotas en nuestra vida.

Escuché una conferencia sobre la niñez y la importancia de los afectos en ella, ayer.


“Las personas cambian”. Esta aseveración tan controvertida tiene su respuesta en la infancia. En los modelos de conducta vistos de cerca, en las ausencias y falta de cariño, en lo extremo de las situaciones que tienen que vencerse. Y en el miedo invisible que cala en las entrañas  del niño, manifestándose después de formas muy distintas en adultos disfuncionales.

Las personas nos adaptamos, recomponemos estrategias de conducta, superamos, como podemos, traumas enquistados y salimos a flote con diferentes apoyos que el mundo nos va poniendo a nuestro lado. Pero la niñez marca mucho. Negarlo es estúpido o responde a un afán por no querer ver lo que uno es y cómo se comporta.

Hay personas camaleónicas que parecen siempre estar bien. Que se acomodan al terreno que pisan para ser uno más o, mejor dicho, para ser el más. Es una buena estrategia para triunfar socialmente pero tiene el peligro de esconder tanto lo que somos y cómo somos que nunca nos reconozcamos, ni responsabilicemos, ni nos compadezcamos, ni asumamos ninguna acción indebida por catastrófica que ésta sea.

Pensar que podemos cambiar es una ilusión de la mente. Nadie cambia.

 No cambiamos la estructura profunda de la conducta, el esqueleto del edificio que se forjó bajo presiones, faltas de respeto, anulaciones, ninguneos o maltratos del tipo que sean. 

No cambiamos los pilares del muro pantalla que en el momento de construir nuestra conciencia transmitieron, o no, resistencia para soportar sanamente el peso de los fracasos y errores en el corazón.

Por eso, es tan importante cuidar la niñez. Tan importante saber que el niño que fuiste es el adulto con el que te encuentras, del cual tal vez estés orgulloso porque sigues sin poder o querer ver las carencias que vienen de tan lejos y el daño que causan a su paso.

          Hay personas que solamente marcan líneas rojas en la arena y de un soplo las eliminan sin atender a los afectos, a los compromisos o a los profundos dictados del corazón. Con el tiempo, todo eso pasa factura y termina pesando demasiado.

Solamente el amor sana. Lo peor es, quizás, que ni éste se sabe apreciar cuando no se conoce.


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