Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 31 de enero de 2019

¿ QUÉ PIENSAS TÚ…?

Sabemos que hay algo cierto que siempre se cumple: la muerte, que siempre es ajena porque cuando es nuestra ya no es.

 Me pregunté, desde muy pequeña, si querría o no saber cuándo, cómo y dónde sucedería las mía o si por el contario, sería mejor no saber nada y que sucediese rauda y veloz sin ser vista siquiera.

Tuve dudas muchas veces. Me parecía que si lo supiese, de algún modo podría prepararme, despedirme, dejar mis cosas en su sitio y el sitio también. 


Resultado de imagen de mandalas moradas


Pensé, que podría saludarla al llegar y hacerle un sitio para que charlase conmigo. Supongo que siempre me rondaba la idea de poder retrasarla de esta forma e incluso evitarla si era capaz de convencerla que no era a mí a quien buscaba.

Más tarde, tuve otra época en la cual lo mejor que se me ocurría con este tema es que sucediese sin sentir. ¿Para qué las despedidas?¿Acaso no podemos emplear la vida en gozar de quienes amamos y en empeñarnos en ser felices cuando podamos?. ¡Qué importa un instante!

Luego, con el tiempo, me encontré con la actitud de personas cercanas que no les importaba el momento de irse y estaban dispuestos en cualquiera de ellos. Simplemente no tenían miedo, ni a lo que hubiese después ni a lo que dejaban del antes. Personas gozadoras y mundanas, que había hecho su recorrido con mucho gas. Y sin embargo, presentaban esta actitud de desapego a lo que tan pegados habían estado. 

Podemos pensar que si la vida que encuentras cuando vuelves los ojos atrás ha sido plena, llena de experiencias y plagada de sucesos, tal vez la demos por bien empleada y el final no se presente tan duro. Pero lo mejor de todo es que me he encontrado con gente muy joven, muy formada y muy poco experimentada que también están dispuestas a iniciar la marcha sin ninguna pena.

Nunca pensamos que esto es un paso. Todo nos parece tan “nuestro”, tan definitivo, tan estable, tan bien encajado en nuestros proyectos que el futuro le damos por hecho. 

¡Cómo puede pasarme a mí!.

Estar dispuestos para la salida sin renegar de la vida ni negarse a vivirla con placer, es un signo de madurez innegable.

La forma es una pregunta que cada uno debe hacerse a sí mismo.

La mía ya la tengo resuelta. Sé si me gustaría darme cuenta en el momento o no.

Me ha llevado años saberlo.

Posiblemente una pregunta estúpida que se resolverá sin mí.
Hoy llueve y hace aire.

¡Cuántas almas nos sobrevolarán ya!

Estar listos es saber decir adiós aunque no de tiempo, porque tenemos muchos días que desperdiciamos y podemos emplearlos en decir a todos, los que nos importan, lo que diríamos en ese último momento.

El resto no es cosa nuestra.

martes, 29 de enero de 2019

¿CUÁNTOS OBSTÁCULOS LLEVAS DENTRO DE TI?

Creemos que los obstáculos llegan de fuera, que no están con nosotros y que lo único que debemos hacer es luchar para vencerlos.

No todo destino está programado. Podemos ser parte de su construcción, pero debemos limpiar antes lo que hay dentro, dejarlo vacío y dispuesto a no ver barreras que impidan frotar los ojos y mirar de nuevo. 



Tal vez lo que crees que te impide avanzar esté solamente dentro de ti.

Veamos este breve cuento.

“Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. 
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.  
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.  
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?   
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.”

26 cuentos para pensar.-Jorge Bucay


domingo, 27 de enero de 2019

ALEJARME DE TUS INFIERNOS…



Quiero ser otra vez pequeña,

Creer que cuando llega la tormenta

Viene hasta mí un hada buena,

Que me arropa en la cama

Cuando tengo el alma en pena,



Cuando quisiera estar lejos

Y me tengo que quedar cerca.

Salto de sueño en sueño,

Brinco de seda en seda,

Quiero sentir profundo

En lo mejor de mis anhelos

Y dejar de lado el arrebato

De tu soberbia contra mi pecho.

De tus celos sobre mi miedo

De tu veneno en mi alimento.

Alejarme de tus demonios

Apartarme de tus infiernos

Y volar libre de sufrimientos

Entre la fantasía de conocer el cielo

Y la libertad de no creerte mi dueño.