Hace
tres años que te fuiste,
como quien se va en un instante
para
no volver nunca.
Te
fuiste sin palabras,
con
la rapidez que siempre has tenido.
Ágil,
raudo y veloz para
no
molestar ni ser oído.
Te
fuiste dejándonos mudos de dolor
Y
en nuestro ombligo encogidos.
Te
fuiste para cuidarnos
Desde
el reino del silencio perdido.
A
ti te pido hermano mío,
Que
me ayudes en las cosas de mis quejidos
Y
que sigas en mi corazón,
Siendo
la alegría con la que has nacido.
Nunca,
nunca serás para mi olvido.
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