Como
si se tratase de un secreto oculto,
Los
sueños aparecen en la memoria prohibida,
Como
alondras al viento surcando el deseo.
Atrás
quedaron los lamentos, atrás los denuedos
Y
en el fondo del alma, el silencio.
Callado
y tierno, alfombra encantada
Para
los pies de cieno.
Como
si fuesen las manos que me mecieron,
Llegan
caricias rotas por despertares ciertos.
Atrás
murieron las palabras que no se dijeron,
Las
miradas ocultas tras el miedo,
Los
aromas que salpicaron de amargo lo verdadero.
Y
entre todo ello, la memoria del tiempo,
Único
y señero justiciero.
El
que pone luz en las tinieblas del averno.
Y
entre cantos de sirenas llegan voces de ciego,
Que
alertan al alma
para
que no abandone los sueños.
Para
que esté atenta
y tenga los ojos bien abiertos.
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