Déjame contarte, despacito al oído,
Déjame decirte lo que sentí,
y lo que he sentido,
Déjame hablarte,
sin voz y con delirio.
Déjame soñarte,
atrevido.
Déjame dictarte versos
Con la mirada perdida
en lo mas lejano del olvido.
Y cuando entiendas lo que has perdido
Rogarás al cielo, a tu dios
y al demonio mismo,
Para convertirme en la musa
De cada pensamiento herido,
De cada palabra no dicha,
De cada juramento no cumplido.
Y entenderás que lo que no se cuenta
Es lo que de verdad, se ha vivido.
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