No
me gustan los pensamientos dogmáticos,
Ni
los juicios rápidos y condenatorios,
No
me gustan las opiniones sin datos
Ni
los empecinamientos gratuitos.
No
me gustan las adhesiones a colores,
Si
no están dentro del arco iris y los abarcan
No
me gustan los días de sol pleno
Que
asolan las ganas de fresco en la pradera,
No
me gustan las estrellas que brillan con miedo,
Ni
las voces que se callan cuando la injusticia asoma.
No
me gustan las protestas sordas,
Cuando
se defienden valores innegociables,
la lealtad, el dolor o la supervivencia,
No
me gustan las medias tintas, ni las aguas turbias,
No
me gustan los recovecos del camino
Para
llegar al mismo sitio.
No
me gusta el “no te lo dije”, pero “no te mentí”,
No
me gusta la demagogia fácil, ni la compleja
Porque
todo, una cosa y otra, siempre está lejos
De
las realidades de verdad, las de a pie de la calle denuda,
Las
de junto a una cama llena de dolor,
Las
de lo injusto frente a lo conveniente,
Las
del sí, pero no.
No
me gusta la gente que no mira a los ojos,
Ni
la que de tanto mirar te hace cerrarlos.
No
me gustan las agresiones pasivas,
Ni
las grandes palabras en bocas sucias y pequeñas.
No
me gusta el camino único e indiscutible
Porque
son muchos los que nos dirigen
A
lo más inmenso del ser humano,
Sin
evitar sus errores, sus equivocaciones
O
lo malo de lo malo, porque también somos eso
Náufragos
perdidos en la soledad inmensa
De
este mundo raro.
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