Estuve en tu vientre
mientras mi madre allí dormía.
Estuve en el de tu madre
Cuando ella en él te tenía.
Estuve en las mujeres de antes
en nuestra más amorosa línea.
Y en ese lugar sagrado
Entre algodones y ambrosías
Bebí de ti el néctar
De todas las sabidurías.
Sentí el amor divino
De tu alma eterna y ceñida,
al galopar de los ángeles
Que ahora te tienen dormida.
Nunca vi tu cara, ni tus manos
Mecieron mi cuna tan querida.
Tú me enviaste desde lo alto
Allá, lejos, desde arriba,
Para aliviar la pena de mi madre
Cuando tú dijiste que partías.
La rosa blanca, la que más me gusta
para ti hoy, abuela mía.
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