EL SILENCIO QUE HABLA
Ni mil cañones apuntando
al centro de mi alma,
Ni las mareas encendidas
bajo el peso de la almohada,
ni las guerras ni los muertos,
ni las lágrimas derramadas.
Ni una orbe de demonios
Con sus armas levantadas,
Ni el frío hielo del eterno olvido
Con sus cuchillas afiladas,
Ni el doloroso fuego
Tragándose las ganas,
Ni tú mismo, ni nada,
Podrán quitar de mi memoria
Ni borrar de la piel dorada,
Lo que imagino de tus besos
Haciendo de mi cuerpo, un mapa.
Ni la soledad de quien ama,
Ni las estrellas enramadas,
Ni los fuegos artificiales
De lo que parece bello
Y luego no es nada,
Ni el negro de la noche
Ni la luz del alba.
Nada, niño, nada
Podrá nunca, ser más fuerte
Que este silencio que habla,
con una melodía eterna
que lo dice todo,
sin decir nada.
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