Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 13 de septiembre de 2020

LO DIFÍCIL DE RECONOCERNOS

       Somos muy capaces de analizar a los demás, de ver la mota en el ojo ajeno, de la ley del embudo, de opinar rápidamente y dar consejos, de meternos dónde no nos llaman, de solucionar las casas de otros, de tener la razón en todo, de arreglar el país, de saber lo pasado, lo presente y lo futuro del vecino…todo menos de poder reconocer lo que somos y lo que hacemos.

Nosotros nunca somos culpables de nada. Los demás de  todo.

Me fascina la capacidad de ocultación, auto perdón y salvación que tenemos para con nosotros mismos. La falta de visión global de lo que somos o lo que hacemos y el absoluto ensimismamiento al mirarnos al ombligo y creer que allí comienza y termina el mundo.

Os dejo un breve cuento referente a este tema.


 

 

“Cavando, para montar un cerco que separara mi terreno del de mi vecino, me encontré enterrado en mi jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.

A mí no me interesó por la riqueza, me interesó por lo extraño del hallazgo, nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales, pero igual desenterré el cofre.

Saqué las monedas y las lustré. Estaban tan sucias las pobres...

Mientras las apilaba sobre mi mesa prolijamente, las fui contando...

Constituían en sí mismas una verdadera fortuna. Solo por pasar el tiempo, empecé a imaginar todas las cosas que se podrían comprar con ellas.

Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante tesoro. Por suerte, por suerte...no era mi caso...

Hoy vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener en un miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo tanto le pertenecían a él.

Me dio tanto fastidio que lo maté...

Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado, porque si hay algo que a mí no me importa son las cosas que se compran con dinero, eso sí, no soporto la gente codiciosa...

 

 

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