Qué extraña es la vida. Cuando uno está peleándose con dragones de
humo, cuándo mides tus fuerzas con muñecos de papel y cuando estás en lo más
duro de una batalla sin razón, ni medida, ni sentido, la vida te pasa
desapercibida. No ves que otras personas están apreciando lo que eres y en lo
que vales.
Hoy me he reencontrado con unos mensajes perdidos nada menos que
desde el 2015. En aquellos momentos me hubiesen rescatado del infierno que
vivía; al menos, me hubiesen dado el impulso necesario para tomar aire y saber
que más allá de la estupidez hay un maravilloso mundo que te espera.
Ya no tienen validez, porque no quiero rescatar nada, pero si me han
reconfortado y lo han hecho porque uno se equivoca demasiado cuando abraza la
idea del amor y no quiere ver que la persona que crees que te lo ofrece, no
responde a esa idea. Conclusión, que cada uno es fiel a su condición y solo a
eso.
No obstante, todo es aprendizaje. Elegimos la vida que queremos
vivir y eso es algo muy lícito y muy legítimo para cada cual. Las consecuencias
también.
Posiblemente, nadie llega a tu vida por equivocación. Tal vez,
cuando algo termina es porque no hay nada ya que aportar a la otra persona,
nada es posible para mejorarla ya y haya que dejar espacio para serenar el
alma.
Me ha gustado reencontrarme con un pasado, que supuse diferente. No
importa que medien años entre lo que me quisieron decir y este momento.
Posiblemente, entonces me hubiesen desazonado; hoy me producen una dulce
tranquilidad.
Feliz lunes.
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