Ni nosotros mismos
somos quienes para juzgar aún lo nuestro propio. La verdad tiene muchas
aristas, muchos ángulos desde los cuales mirarla, muchos aspectos a considerar
desde las situaciones diferentes desde la que la vivimos.
A veces, no consiste
en buscar víctimas y verdugos; a veces es suficiente con retirarnos para no
tener que sufrir, ni caer siempre en los mismos errores.
Somos hipercríticos
con todo. No permitimos que los otros se equivoquen o permitimos demasiado las
propias equivocaciones. Pero ante todo ello, lo más difícil es juzgar con
equidad.
Tal vez sea mejor
ahorrarnos la función de jueces y seguir nuestro camino dejando que las
situaciones se resuelvan de forma natural.
La vida siempre
equilibra. El tiempo es el mejor juez. El que te dará la clave para conocer si
tus decisiones han sido acertadas o han sido un tremendo error.
No nos toca a nosotros
valorarlo ahora.
En realidad, nos hemos
tomado muchas oportunidades para enmendarnos, si han fracasado es porque no
estamos en nuestro lugar.
Recoloquémonos.
Encontremos de nuevo lo que de verdad conecta con nosotros y sea lo que sea, quedémonos
ahí. Ese es nuestro sitio. Entonces no harán falta juicios; ni víctimas, ni
agresores.
Veamos este breve
relato:
“…Ocurrió una vez
que en un pueblo murió de vejez el juez. Como tardaba en llegar el sustituto y
los casos se acumulaban, los ciudadanos decidieron nombrar en el puesto
interino a un convecino suyo a quien todos respetaban por su sabiduría y
sentido de la justicia.
Al día siguiente le
llegó el momento de presidir un juicio. Empezó hablando el fiscal, que, de un
modo brillante y elocuente, convenció a todos los presentes sobre la
culpabilidad del reo.
-¡Tiene razón el
fiscal! -exclamó el improvisado juez.
-Señoría, aún debe
oír al abogado -le recordó el secretario del juzgado.
Tomó entonces la
palabra el abogado, que, en brillantísima exposición, también convenció a los
presentes sobre la inocencia de su defendido.
-También tiene
razón el abogado -dijo el Juez.
-¡Pero señoría!
-volvió a intervenir el secretario-. ¡No es posible que tengan razón los dos!
-¡EI secretario
tiene razón también! - Dicho lo cual, el juez dio por terminado el juicio.”
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