Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 26 de enero de 2018

TODO ESTÁ EN LA CANTIDAD



Estoy llegando a la conclusión que hasta la calidad depende de la cantidad. Cuando algo no va bien, depende si lo que acontece es muy, poco o levemente negativo. Si por el contario es algo realmente significativo, también aquí hace presencia la cantidad. Es muy relevante, algo o apenas notorio.



Cuando se trata de apegos, volvemos a recurrir a la cantidad. ¿Cuánta rutina hay en el hábito adquirido?.¿ A cuánto asciende el empeño empleado?. ¿Cuánta entrega hemos hecho a cuenta para lograr las dosis de felicidad que nos dopa?.

A veces, ni la calidad cuenta. Se trata de repeticiones, de ir dejando avanzar el sentimiento, la angustia, la tristeza o lo contrario. Despacito, lento, pero seguro. Y se cuelan cantidades ingentes en el alma de la materia que elijamos y nos hacen pesar tanto que no podemos con ello.

Sería genial poder dosificar. Abrir la puerta una rendija y controlar lo que pasa a dentro.

El amor es un sentimiento tan rápido que cuando logra deslizarse por el borde del corazón ya está dentro sin remedio.

¿Qué cantidad admitimos para no ahogarnos, desde la prudencia?¿Podemos poner límites al sentimiento?¿Hay posibilidad de controlar la emoción? ¿Sería posible poner un stop cuando vamos cayendo por el tobogán del desconcierto?. Difícil, sin duda. Necesario para no perecer en ello.

 Muchas veces, los mayores dolores proceden de los afectos. Ni que decir tiene que lo que más nos duele llega siempre de los más cercanos, de las personas de valor para nosotros. Entonces, la traición, la mentira o el engaño pueden introducirse en el corazón como un auténtico veneno que nos destruye la vida. Y si se repite, si la cantidad del veneno aumenta, nos mata.

Posiblemente, tengamos que dosificar lo que sentimos como lo hacemos con la sal, el azúcar, las grasas, los dulces, los panes y todo aquello que nos guste si no queremos que el goce se convierta en nuestra desgracia.

Hoy vengo mesurada, como podéis ver. Creo que el no tener límite, nos limita. Que el dar rienda suelta a nuestras pasiones, nos  encapsula. Que enredarnos en lo que nos encanta, nos engulle.

El “Carpe díem”…tal vez no tenga toda la razón, porque después de un día…viene otro. 

O no. 

Por si acaso.

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